Este Mundial está resultando más polémico de lo esperado: el gol legítimo del inglés Frank Lampard ante Alemania, que el árbitro uruguayo Larrionda no vio (¿o se hizo el que no?) y la anotación de Carlos Tévez, en clara posición adelantada, ante México han reforzado los argumentos de quienes vienen invocando a la 'diosa tecnología' para espantar fantasmas.
El fútbol (quiéralo o no) vive, se alimenta de la polémica, de injusticias, como esas dos que tuvieron lugar ayer y que fueron determinantes en el rumbo de ambos partidos. Pero es hora de hacer un alto porque la credibilidad de la Copa Mundo está en juego.
Capello -técnico de Inglaterra- no tardó en clamar por el uso del "arbitraje electrónico". La FIFA -a mi modo de ver- debe permitir a los árbitros apoyarse en el uso de la tecnología (video repetición), pero sólo en caso de goles dudosos.
Antes de las dos sandeces arbitrales de ayer, ya a los Estados Unidos le habían robado dos tantos, el más dramático en el empate 2-2 ante Eslovenia, y que le hubiese dado la victoria. Ni qué hablar del gol anulado a Honduras en su igualdad (0-0) frente a Suiza y que privó a los centroamericanos de sumar los tres puntos. Ya el fútbol no puede darse el cuestionado lujo de vivir de cuentos sobre "goles fantasma". Algo de justicia habrá que inyectarle.