Las fechas por lo general suelen olvidarse. Perdemos el significado del acontecimiento al desestimar la importancia de la fecha. Algunos hasta olvidan el día de su nacimiento. Quizás por esta razón me impresiona cuando una persona tiene tanta capacidad para recordar situaciones y fecha específicas.
Algo así me ocurrió al escuchar al padre de un joven desaparecido hace cuatro años en el puerto de Roatán-Honduras, un 17 de junio de 2006.
"Esa fecha jamás la he olvidado a pesar del tiempo", dijo con tristeza el hombre cuya vida desde entonces gira en torno a descubrir qué ocurrió con su hijo José Camilo Miranda, quien junto a otros panameños navegaba en el barco "Calafate".
Con la mirada hacia el cielo por unos segundos y luego fijamente en el horizonte, como si de pronto viera a "Camilín" aparecer a lo lejos, sus ojos brillaron de dolor al encontrar mis ojos observándolo atentamente. Decía con firmeza que al llegar esa fecha era muy duro para él y su familia porque surgía toda la angustia vivida al saber de la desaparición de su único hijo varón.
El padre narró la odisea que representó ir solo en su desesperación hasta Honduras en busca de noticias acerca del hijo que lleva su nombre. Enfrentó el peligro de las balas entre el ejército y pandilleros, así como el acoso de los delincuentes de hotel. Por suerte hubo manos bondadosas de la diplomacia panameña que lo auxiliaron entonces.
Sentado frente a mí en una banca del parque Cervantes, rodeado de bullicio y movimiento, un día de sol, lleno de vida en David, lamentó no tener aún información del paradero de su hijo, de quien no pierde esperanzas de volver a abrazar.
"He ido a todas partes", señaló moviendo la cabeza y haciendo un rictus amargo con su boca... "pero sigo esperando respuestas del gobierno hondureño y de Panamá".