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EDITORIAL
Tres viejitos asesinados
Tres ancianos panameños fueron brutalmente asesinados este fin de semana. Llama la atención que los homicidios son muy similares: a los tres los amordazaron dentro de su propia casa mientras estaban solos, para luego quitarles la vida a golpes.
Otro elemento que le añade dramatismo a esta situación, es que los homicidios tuvieron como escenario puntos diferentes en el país: San Carlos, en el oeste de la provincia de Panamá; en Tocumen, y en Río Abajo.
La primera fue la billetera María "Linda" Walter, a quien atacaron en su propia casa ubicada en Río Abajo. La ataron, la golpearon en la cabeza con un objeto contundente, y posteriormente la apuñalaron.
Los otros dos murieron ayer, Día del Padre. Uno fue Elías González Carrasco, de 75 años, y el otro Pedro De la Cruz, de 60. Elías cayó en "El Balneario" de Tocumen, mientras Pedro fue asesinado en Peñas Gordas de San Carlos. Estos dos también fueron atados de pies y manos, y a los dos les golpearon salvajemente en la cabeza hasta matarlos.
¿Es una simple coincidencia que el estilo de estos homicidios sea prácticamente el mismo? ¿Por qué son los ancianitos los blancos durante estas fechas? ¿Por qué habrán elegido gente que reside en partes tan diferentes?
Ya hay detenidos. Al menos en el caso de María Walter y de Elías González Carrasco ya tienen aprehendidos a un par de sospechosos. ¿Serán los asesinos? ¿Realmente fue pura casualidad y no se trata de ningún plan estructurado?
Rápidamente las autoridades saldrán a señalar que no se trata de ninguna banda especializada, y que los casos son aislados. Que la "mala fortuna" tocó a estos jubilados y por puro albur los asesinos utilizaron métodos muy similares de matar. Ojalá sea así. Ojalá no se trate de ningún plan preestablecido, y los blancos no sean tarjetas de tiro premarcadas.
Aun así resulta escandaloso que los maleantes hayan escogido a nuestros viejitos para saciar su sed de bandolerismo. Es inconcebible que se valgan de la violencia extrema contra esta gente que ya le dio su tiempo y sudores al país; que se aprovechen de su soledad y su falta de fuerzas para atacarlos y despojarlos de unos cuantos centavos.
A los malhechores hay que ubicarlos y castigarlos con toda la dureza que permitan las leyes que, de por sí, aparecen insuficientes en este escenario de maldad y vulgaridad.
Es mejor que las autoridades hagan algo serio contra esta ola de crímenes atroces. Las víctimas son gente desposeída, sin respaldo social ni económico. Y hay muchos otros que sí lo tienen, y a pesar de eso son sorprendidos por la vileza y la falta de conciencia de delincuentes sin alma. Si no se hace algo y pronto, las consecuencias serán impredecibles.
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PUNTO CRITICO |
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