CUARTILLAS
Comunicadoras

Milciades A. Ortiz Jr.

Fui al acto por dos razones: quería ver cómo andan las cosas por el llamado Casco Viejo, y para saber los detalles de lo que anunciaban como "la instalación de la red de comunicadoras rurales".

Vi San Felipe lleno de reparaciones de casas antiguas. Conocía la existencia de proyectos financiados por organismos internacionales para reparar el Casco Viejo. Pero nunca pensé que en una sola cuadra, por ejemplo, se trabajara en tres o más viviendas.

Creo que de seguir esta tendencia al fin veremos al Casco Viejo convertido en un sitio turístico, como ocurre con el llamado "Viejo San Juan", en Puerto Rico, que no tiene más bellezas arquitectónicas que el nuestro.

Así que llegué al antiguo Palacio de Justicia en la Plaza de Francia, lleno de optimismo sobre el desarrollo turístico de ese antiguo barrio. Ver la imponente estructura de lo que hoy es sede del Instituto Nacional de Cultura, me hizo retroceder en el tiempo, cuando tenía dieciocho años.

Mi primer empleo fue de Oficial Mayor del Juzgado Cuarto del Circuito, Ramo Penal. Estaba el despacho ubicado en el primer alto del sólido edificio, con ventanales enormes que daban al mar. Allí pasé los primeros cinco años de mi vida como trabajador.

Me fui porque me dijeron que no podría ascender de categoría, ya que no tenía ningún familiar vivo que trabajara en la Corte. Por suerte estaba finalizando mis estudios de periodismo y dejé el juzgado sin pena ni gloria. Lamentablemente, mi juventud inexperta, impidió que pidiera una certificación como "abogado empírico", lo que me había ganado por desempeñar bien mi puesto por cinco años.

Un poco nostálgico ingresé a lo que antes era el salón de audiencias del Palacio de Justicia. Y seguí con los recuerdos, ahora de famosas audiencias donde hábiles abogados lucieron su poder de argumentación y convencimiento, ante jurados de conciencia.

Antes de ser sala de juicios, este sitio era el lugar donde se reunía la Honorable Cámara de Diputados panameña. Cuenta la historia de los elocuentes debates que se dieron allí, ante situaciones cruciales de la vida republicana panameña. Incluso estuvo lo de los Tratados Filós-Hines y el juicio de Arnulfo Arias.

Ahora la sala de teatro Anita Villalaz iba a ser escenario de la entrega de certificados a ochenta y ocho mujeres de nuestras campiñas, quienes tomaron un cursillo para convertirse en "comunicadoras rurales".

Fue un acto lleno de entusiasmo y positivismo. Emocionó escuchar el trabajo "periodístico" de estas humildes mujeres. Se espera que ellas envíen sus materiales a programas radiales, para difundir lo que sucede en sus comunidades. Se estaría "dándole la voz al pueblo, a los que no tiene voz", pensé ya metido en mi papel de profesor de periodismo.

(También pensé que estas humildes damas tenían más entusiasmo que algunos estudiantes universitarios, quienes sólo "calientan bancas" y no sienten la vocación necesaria para ser buen comunicador social).

Este programa fue desarrollado por el Despacho de la Primera Dama. La Licda. Dora Boyd de Pérez Balladares, quien tuvo sentidas palabras para las damas comunicadoras.

En mi cómoda silla, recordé que cuando regresé como sociólogo de Chile, en los años setenta, formé decenas de obreros en las técnicas de la realización de radioperiódicos, redacción de noticias, etc.

Pienso que hice algo parecido a lo que ahora contó con el apoyo de la UNESCO y Radio Nederland. En mi caso, actué solito, porque consideraba que debía promover "el flujo de noticias" de abajo hacia arriba, para bien de toda la comunidad.

Me sentí bien al comprender que casi treinta años después, mi idea fue bien acogida por otras personas. Fue una mañana de recuerdos y satisfacciones.

 

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
La Plaza de la Independencia (Catedral) antes de ser deforestada


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, llevo mala vida conyugal


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