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EDITORIAL
Ataques al periodismo
Slen los leones y atacan al indefenso hombre que luchará por su vida en la arena mientras el emperador se regocija ante la agonía de la víctima.
Esas escenas propias de la Edad Media parecieran que están echando raíces aquí en Panamá.
En los últimos días se han registrado hechos que nos han retrocedido a siglos anteriores.
Un legislador oficialista presenta un proyecto para controlar la difusión de noticias y programas en los diarios, televisoras y estaciones de radio.
Luego dos comunicadores acusados de extorsión son mostrados al público esposados y con grilletes en los pies como bestias salvajes y peligrosas.
Es lamentable que funcionarios que cuentan con poder y ventaja aprovechen la desgracia de otro para hacerlo aparecer como un peligroso criminal. Nadie justifica ni aplaude la vinculación de comunicadores en actos ilícitos; si son culpables que le caiga el peso de la ley, pero lo objetable es que se utilice el aparato estatal para aprovecharse del pecado ajeno y tomar venganza personal.
Además es cuestionable la pasividad de organizaciones que se dicen defensoras de los derechos humanos y hasta de gremios periodísticos, que se hicieron los ciegos y sordos ante lo sucedido.
Para completar la jornada semanal, un grupo de trabajadores de una empresa televisiva fueron arrestados cuando se preparaban para filmar una parodia sobre la Policía Nacional. Mientras en varios puntos de la capital, la gente se cansa de esperar la acción de los uniformados, en este caso llegaron presurosos y eficientes para arrestar a los "peligrosos" humoristas y cumplir la orden de algún jefe.
Luego se les empezó a pasear de cuartel en cuartel y de despacho en despacho hasta que cumplieron 15 horas de arresto. La idea sin duda era enviar un mensaje de escarmiento.
Aquí están en juego muchas cosas, y entre ellas se puede mencionar: una persecución con saña, maña y cizaña a los periodistas, a quienes se les critica y se les achaca que la sociedad panameña ande en malos pasos.
Además, se está atentando contra los derechos humanos de todo ciudadano, sea este periodista o no.
A los periodistas siempre se les ha criticado.
Ellos son los chivos expiatorios de las culpas ajenas. Cuando se destapan verdades, ellos son los culpables por andar de vidajenas.
Sin embargo, el periodista está acostumbrado a no tener amigos, es el precio que se paga por el oficio.
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PUNTO CRITICO |
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