Once hombres en la misma

Hermano Pablo
Colaborador
Son once hombres, finos, educados, graduados de colegios. Hay un actor francés, un astrónomo polaco, un matemático alemán, un historiador ruso, un pianista austriaco, un financista norteamericano, un político japonés, un cocinero griego, un geólogo árabe, un general chino, y un pintor español. Estos once hombres viven todos en la misma casa, es decir, habitan dentro de una sola persona. Se trata de un inglés, Conrad Furst, con el caso de personalidades múltiples más notable de los últimos tiempos. Por momentos Conrad es el actor francés, o puede ser el astrónomo polaco, o el financista norteamericano. Una u otra de estas once personalidades, sin anuncio y sin permiso, se apodera de él, y la identificación es tan fuerte que ni Conrad mismo puede desligarse de quien lo posee. Los casos de múltiple personalidad no son extraños. Casi siempre se trata de dos, o a lo sumo tres, metidas dentro de una sola persona. Conrad Furst lleva once dentro de él. ¿A qué se deben estos casos de personalidades múltiples? Los psiquiatras no se ponen de acuerdo. Pero estas manifestaciones existen, y traen sus problemas. Si bajo la influencia de una estas personalidades, por ejemplo, se comete un delito, por no ser la persona misma, los jueces no saben cómo aplicar la ley. Es un fenómeno que deja a todos perplejos. Si bien a pocos nos toca lidiar con casos como ésos, casi todos enfrentamos a diario otros tipos de invasión en la personalidad humana. El odio, por ejemplo, los celos, el desprecio, el rencor, pueden cambiar por completo la personalidad de un individuo. Los amigos dejan de entenderse. Los familiares se vuelven enemigos. Los matrimonios, incluso, se disuelven. Y somos nosotros los que les damos entrada a esas aberraciones. Nadie nace odiando. Nadie viene a este mundo con celos. Nadie entra a la familia humana con prejuicios. Estos son desvíos ajenos que nosotros mismos nos permitimos, pero son totalmente contrarios a la intención divina para el ser humano. Hay Alguien que sí desea apoderarse de nosotros. Es Dios. Cuando el que vive en nosotros es Cristo, en lugar de temor hay fe, en lugar de sospecha hay confianza, en lugar de rencor hay amor y en lugar de odio hay perdón. No llevemos una vida chocante. Vivamos conforme a la voluntad de nuestro Creador. Vivamos seguros en armonía y en paz. Son nuestras si vivimos en el amor de Dios.
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