Este nombre es conocido y admirado por una inmensa mayoría de la población bocatoreña y los grupos indígenas del país. Todos identificamos este nombre con el pueblo indígena y la causa que encarna. Mónico vivió al servicio de la lucha de su pueblo, por su autodeterminación y su dignidad.
La lucha por la comarca fue su gran sueño de noches esclarecidas por un cielo de luna llena con abundantes estrellas, que guiaron sus pensamientos y pasos permanentemente. La concreción de esta aspiración justa para nuestro pueblo indígena constituyó, a la vez, un galardón precioso para este fiero y diestro líder que supo representar la causa histórica de sus antepasados y de las presentes generaciones.
En ningún libro de historia política, quizás es lo más probable, se recogerá su vida, su pensamiento y acción; tampoco será motivo de un análisis político ni literario en los grandes centros de la cultura universal. Mas esto no es lo fundamental; lo importante radica en que su vida, pensamiento y acción, queden grabados en la conciencia de la población que lo vio construir esa vida, ese pensamiento y esa acción día a día, en el bregar diario, por paisajes y senderos silenciosos de nuestras montañas, testigos de los llantos, quejas y necesidades de nuestros compatriotas indígenas. Ellos lo recordarán como su amigo de vivencias, vicisitudes y luchas.
Estos recuerdos constituirán recuerdos más pétreos que cualquier historia narrada en enciclopedias universales. El mejor escritor de su vida fue él mismo. La redactó en cada instante de su transcurrir terrenal. Mónico fue un maestro, un estratega y un visionario. |