Este año no quise visitar Boquete. No deseaba sentirme como un extraño porque no soy extranjero, aunque a Ud. le parezca mentira. La población de Boquete disfruta del auge turístico. El "boom" de turistas está transformando rápidamente la manera de ser del boqueteño.
Claro que aquellos que han hecho negocios con los turistas llenos de plata, estarán felices...
Pero existen personas de allí y de afuera, que temen que la existencia de muchos extranjeros afecte la panameñidad boqueteña.
Esto no es nuevo. Hace dos años me molesté porque al querer tomarme un café... me dieron el menú en inglés.
Cuando le dije a la dueña que "yo no tenía cara de gringo", sin inmutarse me contestó: "ellos son los que dejan dinero aquí".
Ese café me supo muy amargo y no compré dulces casero que me gustan, ¡porque me sentí extranjero en mi propio país!
¡Están vendiendo mi patria a los extranjeros!
Una cosa es que el turista venga, vea, compre y se vaya, y otra distinta es que se quede.
Como la mayoría de ellos tienen plata, lo primero que cambió en Boquete fue el costo de la tierra.
Ahora es difícil conseguir un terrenito a buen precio.
Luego viene el aumento de los salarios. Hay personas que no le quieren trabajar a los panameños, porque dicen que no pagan como los extranjeros. Esto sube el costo de la vida.
Añada a eso que ha aumentado la circulación de vehículos en el antes tranquilo Boquete. El año pasado tuve que esperar que pasaran diez autos para poder salir de mi estacionamiento, cerca del parque.
Cosa parecida ha ocurrido en Bocas del Toro y otros lugares turísticos. Ahora hay extranjeros que no quieren permitir el paso de panameños a las playas y ríos. Piensan que también los han comprado junto con su lujosa residencia.
No me opongo al turismo. Ya he advertido que el Instituto de Turismo debe evitar la "extranjerización" de sitios como Boquete y Bocas.
Los moradores de esos sitios deben conocer los efectos que tendrá el auge del turismo residencial.
Ahora una cola de esa marea está a punto de salpicar El Valle de Antón. Ojalá no tenga que dejar de ir a ese sitio porque está inundado de extranjeros.
Yo quiero a mi patria, con sus defectos y virtudes.
Explotemos el turismo como una industria sin chimeneas, pero no vendamos la patria pedazo a pedazo. Y sobre todo, los mejores sitios, con bellezas naturales que pertenecen a los panameños, tengan dinero o no.
Cuidado que como dicen en Chupampa, "salga más caro el remedio que la enfermedad".