¿A quién le hace más daño la envidia, al envidioso o al envidiado? Pues bien, creo que muchos coincidirán conmigo en que el envidioso se lleva la peor parte, ya que casi siempre este sentimiento va acompañado de una frustrante impresión de que la vida pasa sin vivirla, inmersa en la monotonía y carente de retos.
También incide en la actitud que uno pueda tener hacia la vida, ya que se convierten en una eterna víctima, hasta adoptan posturas defensivas que los convierten en irónicos.
Hace poco conversaba con un excompañero de trabajo. Teníamos mucho tiempo que no nos veíamos y decidimos tomarnos un café para saber qué había sido de nuestras vidas. Pero lo irónico de esa reunión, es que me fui sin saber siguiera de qué trabaja, ya que la conversación giró en torno al porqué él no tenía lo mismo que yo, e incluso para aliviar su incomodidad, insinúo que mi vida estaba rodeada de buenas "palancas".
Obviando este comentario insidioso, preferí aconsejarlo y decirle que no forzosamente la persona que llega a cumplir sus metas es más listo o mejor profesional que los demás, simplemente ha aprovechado las oportunidades que se presentan.
También le dije que no se trata de ser conformistas y abandonar cualquier planteamiento ambicioso, sino de ser consecuentes y elaborar una valoración global sobre lo que somos o aspiramos a ser. Todo esto, sin basarnos en comparaciones, sino partiendo de nuestras propias percepciones, sentimientos y perspectivas hacia el futuro.
Aún así, se mantuvo en sus mil y un reproches e interrogantes, así que no me quedó más que concluir que la envidia es un mal que sólo se corrige si uno mismo reconoce su error y tiene deseos de cambiar. Lo cierto es que ganas más pensando en todo lo que tienes y cómo puedes utilizarlo a tu favor, que estar pendiente de lo que tienen y hacen los demás.