"Pepe", como le dicen cariñosamente, dirigió la asociación entre 1999 y el 2002, periodo en el que se creó el Plan de Retiro Anticipado Autofinanciable (PRAA) para los educadores, se desarrolló el Diálogo Nacional por la Educación y el gremio. Participó activamente en las protestas públicas por el aumento del pasaje.
Antes fue secretario general de la organización magisterial.
Lloró de emoción cuando en medio de la fase de recuperación fue a visitar a su familia del colegio. Sus estudiantes de consejería le entregaron una tarjeta en la que le expresaban cariño y agradecimiento.
"Como educadores, debemos ser fuertes, inculcar la disciplina y hacer que los jóvenes cumplan con sus deberes. Pero hay que hacerles comprender que todo es por su bien. Yo les he dicho a mis estudiantes: ustedes son mi problema y mi preocupación".
En cada una de las palabras de este educador hay sabiduría, entereza, profundidad.
Sobre el pronóstico de su situación, confiesa: "O vuelvo a la escuela caminando, o voy en silla de ruedas. Me encomiendo a Dios y él tiene la última palabra, de ver si nos acomodamos o aprendemos a ser autosuficientes". Su pierna izquierda está sobre una almohada, apoyada en una silla. La otra se ve un poco hinchada. Pegada a su silla cuelga una bolsa que se conecta a una sonda.
Cuando llegamos a su casa, en la barriada Altos de las Acacias, lo encontramos frente a una de las mejores vistas que haya creado el Supremo: su nietecita que se movía inquieta en un cochecito. Es Viva, Crítica en Líneaz y una excelente anfitriona, porque no dejaba de sonreír.
En medio de la entrevista, el docente confiesa que el suyo no va a ser el primero ni el último caso. Sabe de mucha gente que se ha superado. Guarda la esperanza de ponerse de pie, pero dice estar preparado si no es así.
Las lesiones mayores que sufrió son en las vértebras C7 y T1, ubicadas en la parte superior de la columna vertebral. En esa zona, ya lo intervinieron quirúrgicamente en la CSS.
La entrevista estaba por terminar. Nos pusimos de pie y en medio de la despedida, el educador lanzó un grito de guerra que refleja su espíritu: "Como está la situación en el país, si tengo que ir a las marchas en silla de ruedas, iré".
Mientras tanto, sigue mirando fijamente sus opciones: Dios y la medicina.