CUARTILLAS
Trabajador
 
Milciades A. Ortiz Jr.
Colaborador
El dueño de una pequeña fábrica de muebles (un extranjero, dicho sea de paso), temblaba los lunes. Es más, en las noches de los domingo, a veces no podía conciliar el sueño, pensando si mañana estarían todos los trabajadores en sus puestos. Resulta que algunos de sus irresponsables obreros ponían en práctica lo que llamaban burlonamente el "San Lunes". Faltaban el lunes porque habían parrandeado todo el fin de semana. Lógicamente, no se encontraban en las mejores condiciones físicas y mentales para cumplir su trabajo. Claro que por suerte esto no lo hace la mayoría de los obreros panameños, porque sería un desastre laboral si ello ocurriera. Pero de que hay trabajadores irresponsables y flojos, ¡los hay ! Aquí y, en otros países. Al respecto, se dice que un trabajador de E.U., Japón, Corea o Europa, trabaja con mayor efectividad y rendimiento que uno de Panamá. Imagino que se refieren a los que están mirando el reloj a cada rato, porque el trabajo los aburre. Pero es malo generalizar. Conozco infinidad de trabajadores panameños que no se emborrachan los fines de semana, trabajan con ahínco, y en fin, son responsables. Siempre pienso en esto cuando celebramos el Primero de Mayo, porque hay que decir las verdades. Hay trabajadores panameños que solamente protestan por aumento de sueldos, pero no se preocupan por mejorar su rendimiento, cumplir cabalmente sus obligaciones, etc. Creo que los sindicatos han perdido la oportunidad de mejorar el rendimiento de la fuerza laboral panameña. Cuando estaba vigente el comunismo en el mundo, muchos sindicalistas eran "ñángaras" saboteadores de la democracia. Por eso le hacían "la vida de cuadritos" a los capitalistas explotadores. Convirtieron el sindicalismo en una patente de corso para exigir más y dar menos. La dictadura militar utilizó las reivindicaciones obreras para su beneficio demagógico. Es cierto que hizo un Código de Trabajo; pero amparado por una mal interpretación de sus disposiciones, los obreros creyeron ser dueños del país por el solo hecho de respaldar a Torrijos. Se convirtieron en "grupos de presión" para asustar a quienes se oponían a la dictadura militar en Panamá. Ahora que miles de jóvenes terminaron la secundaria y algunos (pocos, por cierto), conseguirán empleos, debo recordar la lección que me dio el Juez Rubén D. Conte, mi primer jefe en los años sesenta. El era una persona sencilla y humilde; que había llegado al puesto gracias a su tesón y deseos de superación, que lo llevó desde un pueblito de Coclé hasta el Palacio de Justicia en la capital. Estudió por su propio esfuerzo y me dijo que para tener éxito en el trabajo, "hay que hacerlo con amor". No importaba lo que uno haga para ganarse la vida. Lo importante era realizarlo "con amor", con entusiasmo y con dedicación. También mi padre me orientó al respecto. Dijo que no importaba el trabajo que uno hiciera, "siempre y cuando fuera honesto y legal". El mismo me dio el ejemplo de persona trabajadora, que por mantener su familia se "arremangaba la camisa" y trabajaba con entusiasmo, no importa si se trataba de una actividad humilde y de poco salario. Ojalá estas sencillas lecciones, las siguieran muchos de los actuales trabajadores panameños.
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