MENSAJE
"El ojo que nunca duerme"
- Hermano Pablo,
- Costa Mesa, California
Primero transfirió
una suma relativamente pequeña, de cien dólares. Después,
al ver la facilidad con que se hizo, simplemente endosó un cheque
y transfirió oros doscientos dólares más. La transferencia
la hacía de la cuenta de la compañía donde trabajaba
a su propia cuenta bancaria. Y en dos años, Tomasa González
transfirió fraudulentamente casi un millón de dólares.
Lo curioso de este caso es que Tomara González era una empleada
de confianza de la Agencia de Detectives Pinkerton, de California, especialista
en investigar fraudes, robos, estafas y malversaciones. El lema de la firma
es: "El ojo que nunca duerme". Pero con respecto a Tomasa González,
ese ojo se durmió.
Lo cierto es que ninguna cosa humana es totalmente perfecta. La Agencia
de Detectives Pinkerton lleva 141 años de estar en operación.
Cuenta con los mejores detectives privados y un equipo electrónico
de primera. Investiga a todo el mundo, es decir, a todo el mundo menor a
sus propios empleados. El "Ojo que nunca duerme" por lo menos
una vez se durmió.
El mejor perro guardián puede quedarse dormido y dejar al ladrón.
La mejor alarma contra ladrones puede dejar de funcionar cuando más
falta hace. El mejor policía puede despreocuparse en su auto y no
escuchar el llamado de auxilio. El mejor guardafaro puede descuidarse y
no vigilar la costa como debe.
Los griegos se imaginaron a Morfeo, el dios del sueño, como un
joven simpático, de suaves maneras y un hablar seductor que adormecía.
Tal parece que Morfeo es uno de los dioses del mundo presente.
Sin embargo, hay un ojo que nunca duerme. Un ojo que vigila constantemente.
Un ojo que, de día y de noche, se pasea por toda la tierra, y todo
lo penetra y todo lo ve y todo lo conoce y todo lo juzga. Es el ojo de Dios.
Ve tanto el ojo de Dios, que hasta conoce nuestros pensamientos antes
de que éstos se conviertan en hechos. Conoce las intenciones de nuestro
corazón antes de que produzcan sus maldades. Nadie se libra de su
ojo. Nadie escapa jamás a su visión. Nadie puede esconderse
de su mirada.
Gracias a Dios que a pesar de conocer todas nuestras intenciones por
ser Dios, El no nos condena. Es nuestro pecado mismo lo que nos condena.
Sin duda Dios conoce todos nuestros hechos, todas nuestras intenciones,
todos nuestros planes, pero El no quiere condenarnos sino salvarnos. El
no desea castigarnos sino perdonarnos. Busquémoslo con confianza.
El nos espera con los brazos abiertos. Busquémoslo, y El nos perdonará
y nos salvará.


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