La colega periodista y ex alumna me dijo con entusiasmo:
"Estoy deseando que pasen estos siete años para jubilarme e irme a vivir al interior".
Hice un gesto de desaprobación con la boca y le contesté:
"Mira, yo tengo cinco años de haber pasado la edad de jubilación y todavía le tengo gusto a lo que hago, y no pienso dejar de trabajar".
Esto ocurrió dos semanas antes de celebrarse el Día del Trabajo y resume la actitud de algunos panameños que ruegan que los días pasen volando... ¡para jubilarse y dejar de trabajar!
Ahora que la nueva ley permite al jubilado seguir trabajando sin perder la posición que tenía antes, imagino que muchos continuarán trabajando... porque le tienen "gusto" a lo que hacen.
Lo peor es escuchar a un joven que recién comienza a trabajar....¡hablar de su jubilación!
Como dicen religiosos de Cerro Cama, "de todo hay en la viña del Señor".
Esta lección la aprendí días después de comenzar a trabajar en el Juzgado Cuarto del Circuito.
El Juez Rubén D. Conte, un autodidacta que sabía mucho, me señaló a humildes porteros que hacían con entusiasmo su trabajo.
"Ellos trabajan con amor", sentenció con una sonrisa bonachona, y se refirió a otros con puestos más importantes que no trabajaban así.
Los años le dieron la razón al Juez Conte y me sirvieron de gran lección. Siempre he procurado hacer las cosas "con amor", aunque a veces esta actitud ha sido aprovechada por ciertos jefes que me dieron más trabajo que el que correspondía.
Parece haber en un sector de la juventud actual un desgano hacia el trabajo, si no es bien remunerado.
Conozco varios casos de personas que prefirieron pasarse meses sin ganar un centavo, a aceptar una posición "donde se le pagaba poco".
Se les aconseja que uno "comienza desde abajo y no puede pretender un sueldo de gerente en el primer empleo". Esto no le gusta a ciertos jóvenes.
La mayoría de los que ahora ganan un buen salario comenzaron con pagas pequeñas. Cierto es que antes el dinero rendía más que ahora, pero las diferencias de sueldos siempre han existido.
Pobrecitos de aquellos que están en el pantano de un trabajo que les aburre, por el cual no tienen ningún gusto.
Aunque lo que usted haga sea sencillo y humilde, le puede encontrar un grado de satisfacción y orgullo.
Lo he visto en los ojos de sencillos porteros, con el rostro iluminado por ¡lo bien que habían barrido el piso!
