CRITICA EN LINEA 

 

S E C C I O N E S

EPASA EN LINEA

PANAMA AMERICA

DIAaDIA EN LINEA

REVISTA SIETE!


primera plana

portada

al cierre

nacional

política

opinión

economía

el pueblo habla

provincias

nuestra tierra

sport

el mundo

viva

vida nueva

sucesos

 

CRITICA
 
FAMILIA
  OPINIÓN


33 años en sombras

Hermano Pablo | Reverendo

Cuando tenía seis años de edad, desapareció del pueblo. Nadie volvió a verlo. Y el poblado no era grande. Tenía apenas 12 casas y unas 40 personas. Todos se conocían de nombre. Conocían los parientes de cada uno. Conocían su vida, sus costumbres, su risa, sus lágrimas.

Pero pasados 33 años de su desaparición, Rudolff Sulzberger emergió de las tinieblas. Sus padres lo habían escondido en el sótano de la casa todo ese tiempo. La única razón era que Rudolff padecía de un leve retraso mental. Johan y Aloisia Sulzberger, de Berg Attergau, Austria, tenían vergüenza de la condición de su hijo.

Que alguien, por padecer un retraso mental o por la razón que sea, esté forzosamente encerrado entre cuatro paredes sin poder salir a la luz del día, sin poder participar de las actividades que su condición admita, sin poder verse con nadie ni ser visto de nadie, es algo que pertenece a la Edad Media. Y lo trágico es que no es un caso único.

Toda persona es precisamente eso, una persona en todo sentido, especialmente en el sentido de ser creación de Dios. Y siendo creación de Dios, esa persona, cualquiera que sea su condición física o mental, merece la misma dignidad, decencia, nobleza y cariño que todos los demás.

Despreciar a alguien, y peor todavía, considerarlo menos que humano, especialmente si su condición es algo de lo cual no tiene ninguna culpa, es lo más indigno, vil e innoble que se pueda imaginar. En cambio, es de veras admirable la atención, la dedicación y el amor que padres, familiares y amigos dan a alguien que sufre cualquier impedimento físico o mental.

Todo el que ha sufrido el desprecio de los demás, especialmente el de familiares, debe saber que, precisamente por ese desprecio, Dios lo tiene más en cuenta. El Señor Jesucristo siempre puso de relieve la condición de los sufridos, de los despreciados, de los abandonados y de los solitarios, y Él tiene un amor, un cariño y una misericordia muy especial para ellos.

Por otra parte, toda persona que no conoce personalmente al Señor carece de dirección. Pero Cristo la espera con los brazos abiertos. Sus palabras son clásicas: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso» (Mateo 11:28). Esa invitación es para cada uno de nosotros. No la rechacemos. Aceptémosla hoy mismo.



OTROS TITULARES

El final de Mussolini

Sin embargo, me aburrí de hacer ejercicio

Mi Panamá sobre todo

Dile no al fraude

Buzón de los lectores

33 años en sombras

Voluntad popular

 


 

  





linea
linea gris
 

   copyright © 1995-2008, CRITICA EN LINEA
todos los derechos reservados