VARIEDADES

CRIMENES
Toda una vida tras las rejas

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Max Haines

Entre ambos, Jerry Rosenberg y William Heirens han pasado 88 años en la cárcel.

¿Cuánto tiempo debería un asesino permanecer en prisión? ¿Es el joven quien cometió un crimen horrendo hace décadas, el mismo hombre de hoy?

Los dos prisioneros de condena más larga que he entrevistado eran hombres brillantes y bien educados de un poco más de sesenta años. Sus crímenes han sido olvidados hace mucho por todos, excepto por aquellos cuyas vidas arruinaron.

Jerry Rosenberg era un ladrón de poca monta que nació y fue criado en Brooklyn, N.Y. El robo armado era su especialidad. El 18 de mayo de 1962, Jerry, entonces de 24 años, entró al Boro Park Tobacco Co., un negocio de venta al por mayor de golosinas y tabaco en la 48th St. de Nueva York. Estaba acompañado por un amigo, Anthony Portelli. Ambos usaban máscaras y blandían revólveres.

Los dos delincuentes empujaron a siete empleados al fondo de la tienda y recogieron cuanto billete estuviera visible. Le exigieron más dinero al presidente de la firma, David Goldberg. Para hacer una demostración uno de los asaltantes hizo un disparo al cieloraso.

Sin que lo supieran los hombres de adentro, dos detectives, Luke Fallon, de 56 años, un veterano de 25 años en la NYPD, y John Finnegan, de 29 años, un hombre con seis años de servicio, padre de tres niños, recién habían dejado la tienda. Al oír el disparo entraron nuevamente al edificio.

Portelli disparó tres veces sin decir una palabra. Una bala dio en el pecho de Fallon. Este murió mientras caía. Finnegan tiró contra el pistolero enmascarado. Disparó seis tiros, pero erró cada uno de ellos. Portelli hizo fuego nuevamente dos veces. Ambos disparos dieron en el blanco, matando a Finnegan instantáneamente.

Un tercer delincuente que los esperaba en un auto para la fuga, perdió el control de sus nervios y escapó. Los hombres armados corrieron afuera por la puerta del frente, pero sus máscaras se deslizaron de sus caras. Dejaron caer los sombreros y las armas mientras escapaban de la escena.

Los tres hombres fueron rápidamente identificados. Portelli fue detenido tres días después del doble asesinato. Anthony Dellernia, el conductor que escapó, se entregó después que su esposa lo urgió para que así lo hiciera. Jerry Rosenberg se puso en contacto con los reporteros del New York Daily News, quienes lo ayudaron a conectarse con la policía.

Anthony Dellernia fue el primero del trío en ser juzgado. Su primer juicio fue declarado nulo, pero la segunda vez, el jurado dio el veredicto de no culpable. Dellernia salió de la corte como un hombre libre y ha llevado una vida ejemplar desde su roce con la ley. Tanto Portelli como Rosenberg fueron encontrados "culpables sin recomendación de misericordia". Fueron sentenciados a ser ejecutados el 31 de marzo de 1963, en la silla eléctrica de Sing Sing.

Mientras esperaba su cita con la muerte, Jerry pidió prestado un libro sobre leyes. Con una educación de sólo octavo grado, tenía dificultad aún para leerlo, mucho menos entender la terminología legal. Se inscribió en un curso por correspondencia y, por dos años, se dedicó por completo a estudiar leyes. Jerry descubrió que para el tiempo de su crimen la pena de muerte se aplicaba solamente a asesinato con premeditación de oficiales de policía. El y Portelli habían sido convictos por delito grave de asesinato. Jerry apeló al gobernador Nelson Rockefeller e hicieron titulares en los periódicos de toda la nación cuando él y su compañero recibieron clemencia ejecutiva del gobernador. Sus sentencias fueron conmutadas por la de cadena perpetua.

De allí en adelante, Jerry decidió que no sería otro convicto más pudriéndose en prisión. Transferido a la infamante Attica State Prison, estudió leyes en las noches, recibiendo su diploma de licenciado en Leyes en diciembre de 1967.

En 1971, cuando los disturbios de la prisión de Attica sacudieron a todo el continente, Jerry fue un miembro del equipo de negociación de la prisión. Los disturbios terminaron con un sangriento final de 39 muertos, entre prisioneros y rehenes, y otros 89 con heridas de bala. Fue la masacre más grande en una prisión de los Estados Unidos.

Después de los disturbios de Attica, Jerry fue transferido nuevamente a Sin Sing, donde pronto ganó una reputación como el abogado de cárcel más prolífico y más exitoso de todo el país. Además de su Licenciatura en Leyes, ha ganado un diploma de Doctor en Leyes, calificándolo para enseñar en las escuelas. Ha representado exitosamente a más de 300 prisioneros.

Jerry Rosenberg ha estado encarcelado por 36 años. Camina con la ayuda de un bastón. Tiene ahora 60 años y es el convicto de más larga condena en el Estado de Nueva York. De tiempo en tiempo en los pasados 15 años ha presentado el pedido de libertad bajo palabra. Cada vez le ha sido rechazado, aunque lo tiene todo para un reingreso exitoso a la sociedad.

Como él me dijo, "no hay manera, moriré aquí. Ante los ojos de la ley soy el asesino de un policía, pero recuerde, Max, yo no maté a nadie".

William Heirens ha estado en prisión por 52 años. Sus crímenes, cometidos en 1945 y 1946, fueron considerados tan horribles que se les llamó: los crímenes del siglo.

William Heirens tiene ahora 69 años y está diabético. Obtuvo un título universitario mientras estaba encarcelado y no quiere otra cosa que ganar su libertad. Se presentó para obtener la libertad bajo palabra varias veces y siempre fue rechazado. Tanto a Rosenberg como a Heirens se les ha asegurado un buen empleo afuera. En lugar de eso, a causa de la insistencia de la sociedad en la venganza, permanecen en la cárcel detrás de las paredes de una prisión.

 

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