El ejército de Nicaragua anunció que destruirá unos 350 misiles tierra-aire SAM-7, en una primera fase de un plan encaminado a lograr un balance de fuerzas en Centroamérica y en respuesta a una petición de Estados Unidos.
Nicaragua cuenta con unos 2.000 misiles de este tipo, un arma portátil para pequeñas unidades de combate, donados en la década de 1980 por la Unión Soviética, que en el marco de la Guerra Fría apoyaba al entonces gobierno izquierdista del Frente Sandinista.
Nicaragua reduciría hasta en un 30 por ciento de sus misiles, equivalente a cerca de 600. Cada uno de los misiles que serán destruidos tiene un costo de unos 50.000 dólares.