He de exponer mis asentimientos en referencias a estas dos palabras que son motivo de caprichosas especulaciones muy dignas de ser analizadas a través del tamiz de la rigurosa consideración.
Un día ya pasado y cuyo nombre no recuerdo, alguien aseveró que los términos independencia y separación significaban lo mismo, la verdad es que no deseo entrar en contradicciones y menos con el pasado que enaltece mi personalidad conservándome recuerdos gratos e imperecederos.
La madre historia no oculta en su silencioso seno las interpretaciones que generalmente se prestan para fantasías tendenciosas, donde no rendimos homenaje con la diestra en alto, reverencia al pasado.
Y me afinco en no entrar en polémica con la verdad y más aún cuando esta se encuentra dentro de los terrenos amotinados de la duda. Debo someter pues, estos dos términos al consenso de la exposición interior abrigando la firme convicción de poseer un porcentaje halagüeño de contundente razón.
Emulo estas afirmaciones que aquella vez se dieron con todo carácter veritativo de una verdad de acuño. Me independizo en total abandono de mis padres biológicos, los genuinos, ellos me han traído al mundo con su raza y su cultura, con los caracteres hereditarios en completa revolución interactiva.
Me separo del padre adoptivo, aquel que sólo me prodigó el amparo pasajero, cuando aún no podía levantar los pies para caminar por cuenta propia. El acto de abandonar el hogar del hijo biológico les desgarra las entrañas a los padres, la idea del adoptivo se siente como una leve escaramuza. La sangre es un vehículo generador de unificación en el sitio abonado de los sentimientos familiares. Nos independizamos de nuestra madre patria España. Nos separamos de Colombia. madre adoptiva.