Un aguacero de proporciones diluvianas, que comenzó en la tarde del lunes, dejó al menos 100 muertos y una decena de desaparecidos en el estado de Río de Janeiro, cuya capital quedó sumida en el más absoluto caos.
El temporal, que en un comienzo estuvo acompañado por vientos de hasta 70 kilómetros por hora en algunas zonas, causó deslizamientos de tierra en numerosas colinas de la ciudad de Río de Janeiro y municipios vecinos que se llevaron por delante humildes viviendas y sepultaron a muchos de sus habitantes.
La cifra total de fallecidos sube con el paso de las horas y, a juzgar por los informes que llegan sin cesar a la Defensa Civil sobre nuevos deslizamientos y desapariciones, el número de víctimas fatales de esta tragedia seguramente superará el centenar.
El alcalde Eduardo Paes pidió a la población que, para evitar males mayores, lo mejor era permanecer en casa.
DESASTRE
Con el tráfico de vehículos colapsado, los establecimientos educativos suspendieron las clases, el comercio no abrió las puertas, las empresas funcionaron a media marcha por la disminución de trabajadores y la habitualmente soleada Río de Janeiro estuvo cubierta por un manto gris y prácticamente desierta.
Los gobernantes se han apresurado a culpar de la tragedia a la meteorología y a sus antecesores por permitir el crecimiento desordenado de las favelas en las faldas de los morros de la ciudad que será sede de los Juegos Olímpicos del 2016 y una de las subsedes del Mundial de Fútbol de 2014.
Paes eximió su gestión de cualquier responsabilidad al señalar que la culpa de las muertes y del caos fue exclusivamente del mal tiempo, causado por un frente frío que se juntó con aire caliente sobre el sudeste de Brasil, según los expertos.
De acuerdo con los meteorólogos, en algunas partes de la ciudad cayeron en menos de doce horas 300 milímetros de lluvia, el doble de lo previsto para todo el mes de abril.
EMERGENCIA
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, declaró el estado de emergencia y pidió a quienes viven en zonas consideradas de riesgo de deslizamientos que abandonen sus viviendas para evitar tragedias mayores.
Cabral declaró que en Río de Janeiro "la ocupación del suelo urbano no es tratada con la debida seriedad" y aseguró: "Nada justifica esa incapacidad del poder público de impedir construcciones en áreas de riesgo".