OPINION

CUARTILLAS
Hambre

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Por Milcíades Ortiz Jr.
Catedrático

Cuando me entero que en ciertos sitios del interior del país la gente "se muere de hambre", me da furia. ¡Yo no puedo aceptar que un campesino pase hambre! Esto es así, porque la tierra es un tesoro de riquezas, especialmente en lo que se refiere a los productos que se siembran. Mi papá siempre decía que "no había excusa" para pasar hambre en el campo. "Con sólo echar una semilla al suelo pronto se tendrá un árbol que producirá comida", indicaba.

Añada a esto la facilidad que hay en el campo para la cría de gallinas, patos, palomas, conejos, puercos y otros animales comestibles. Además, en los muchos ríos que hay en el interior se podrá encontrar camarones, cangrejos y pequeños peces comestibles. Así que no hay que pasar hambre en el interior del país...

Parece que el problema está en que nuestros campesinos a veces no trabajan lo suficiente para tener comida en abundancia. Tampoco saben o no quieren conservar alimentos para los meses en que no hay cosechas.

Cualquiera que haya visitado campesinos en Europa confirmará lo que digo. Allá hay una tradición para conservar alimentos que se producen en cantidad suficiente para alimentar a la familia.

Tal vez nuestro clima benigno no haya desarrollado en los campesinos las necesidades de contar con depósitos y graneros. Por eso no tienen casi nunca alimentos en reserva. Es más, casi siempre nuestro hombre de campo no logra comida para vivir con buena salud. (No quiero agregar el enfoque que señala que sí hay plata para gastar en las numerosas parrandas pueblerinas).

Desde hace unos cincuenta años organizaciones de Estados Unidos, China y panameñas, han tratado de evitar la desnutrición y el hambre en el interior del país. Ahora este gobierno lo único que parece que ha hecho bien son las llamadas "granjas autosostenibles", que buscan capacitar a pequeñas comunidades para que produzcan la comida que necesitan.

En mis trabajos en Reforma Agraria y Salud Comunitaria, conocí campesinos que no tenían suficientes gallinas en sus patios. Las excusas eran las zorras (que se las comían), los vecinos ladrones, etc.

Les comentaba que tuve un tío que criaba gallinas en la casa paterna en Parque Lefevre. Nunca faltaban los huevos frescos ni la carne de gallina para el sancocho o el arroz con pollo. En el cerro El Picacho me tocó ver ñames silvestres, que eran más blandos que el "baboso" y que el campesino no consumía.

También he visto terrenos resecos en Coronado producir frijoles, piñas y legumbres, que son nutritivos. Lo único que se puede aceptar que será difícil para un campesino es conseguir leche, ya que las vacas son caras y no las tiene cualquiera.

Tal vez el hambre y desnutrición que azota a nuestros campesinos no sea solamente producto de la pobreza. Habría que añadirle la flojera, de algunos, su falta de educación agropecuaria, ganas de prosperar y poca efectividad del gobierno.

 

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