Lo peor que puede guardar el hombre es el odio. Ese sentimiento negativo de alguna persona enferma y que poco a poco se convierte en un cáncer que no deja a nadie vivir en paz. Cuando un amigo (a), hermano (a) y cualquier familiar incurre en alguna falta personal que hiere, el corazón se endurece. Nace entonces lo que llamamos odio.
Nadie debe estar por ahí escupiendo odio. La medicina a esa enfermedad es el amor. No un amor cualquiera como el mundo lo da. Hablamos del amor que nos da Dios. Sólo El le puede ayudar a botar a la basura ese sentimiento negativo que no lo deja vivir en paz.
Ablande su corazón. Cuando ya lo haya hecho, sencillamente incline su rostro, arrodíllese y diga: "Señor, he pecado contra ti. Necesito que gobiernes mi vida. Te invito a que entres a mi corazón y hagas tu voluntad en mí. Hoy comprendo que derramaste tu sangre por nosotros en la Cruz, amén".
Amigo lector, vio qué bien se siente su corazón. Es hermoso cuando le ofrecemos nuestra carga a Dios. El, de ahora en adelante, se encargará de llenar su vida y créame le ha ofrecido la salvación y la vida eterna.
Tarde o temprano el hombre intentará llenar el vacío. Ese vacío que les deprime casi todos los días de su vida. Lo propio ocurre con artistas famosos. Gozan de los placeres, del dinero, de los viajes, pero, al final, hay un gran vacío en su corazón.
La solución de los que no encuentran la felicidad es, muchas veces, el suicidio, una fórmula matemática que aleja a los hombre de Dios. Busquemos la voluntad del Padre. Cumplamos sus mandamientos y gozaremos en su reino la promesa de la vida eterna. |