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EDITORIAL
¿Cuánto durará la guerra?
La guerra en Irak presenta diferentes facetas. Grupos a favor u otros en contra; inclusive, ciudadanos norteamericanos han salido a las calles a pedir paz. Se ha descrito como un enfrentamiento bélico netamente tecnológico -al menos, es lo que ha podido verse hasta ahora-, ha habido cabida para la prensa, no obstante, las informaciones que llueven del área de conflicto son desmentidas de parte y parte. Queda por preguntar ¿a quién creerle?
Por un lado se habla de la caída de aviones de la fuerza aliada, y por el otro de la rendición de varios soldados iraquíes, versiones ambas, que fueron desmentidas por los máximos líderes militares, también de ambas naciones.
La zona de conflicto entra en una etapa cruda. La incursión terrestre para la toma de Bagdad no será fácil, como preveía el ejército aliado. Ya se han encontrado con una fuerte resistencia, lo que podría dar lugar a muchas muertes y, por supuesto, el rechazo de diferentes naciones a la guerra, un conflicto que -según los grupos pacifistas- pudo ser resuelto por la vía diplomática. La otra interrogante que los analistas han mencionado es, ¿Será verdad la existencia o no de las armas de destrucción masiva en Irak y por qué este país no las había usado?
Sobre esta interrogante, se ha mencionado que si existen pudiera ser que están en una fase inoperativa o pudiere ser que las fuerzas iraquíes la utilicen como un último recurso. El Santo Padre Juan Pablo II y diversos líderes religiosos de todas partes del mundo, están gritando paz.
Los ciudadanos del mundo no quieren guerra entre los hombres. Todos claman para que se respeten los derechos de la humanidad, pero hasta ahora no han sido escuchados. Se habla de una guerra de millones de millones de dólares, mientras muchos mueren de hambre porque no tiene qué comer.
Qué irónico es, así lo expresó un pacifista que marchaba en una manifestación en las calles de Nueva York. Mientras "nosotros pedimos por un trabajo, allá en Irak, se pierden millones en misiles".
¿Quién es el perdedor de las batallas? Por supuesto, los países pobres que ya comienzan a experimentar el encarecimiento del combustible y, como consecuencia de ello, el aumento de muchos servicios como el de electricidad y transporte.
Le queda a los hombres orar por la paz. Orar para que el corazón de los hombres se abra a la conversión y la aceptación de Jesucristo, el único que puede ofrecer una paz eterna.
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PUNTO CRITICO |
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