A ORILLAS DEL RIO
LA VILLA
Crueldad
con los Animales (I)
Los animales
llegaron primero que el hombre a este mundo. Son millones de
años los que nos separan. Muchos antes de la evolución
del hombre, allá por los brumosos inviernos del tiempo,
ya habitan en el planeta azul, una casi infinita variedad de
especies. El reino animal predominaba en aquellos oscuros y remotos
momentos de la prehistoria. Las condiciones de vida en este medio
eran hartamente complicadas y los peligros naturales que de manera
constante los acechaba, dificultaba la subsistencia, por lo que
muchos animales fueron extinguiéndose y hoy tenemos conocimiento
de los mismos, gracias a la ciencia paleontológica, que
guarda en los museos fósiles que confirman que una vez
existieron.
En la misma medida que el hombre fue desarrollándose,
en esa misma forma fue imponiendo su presencia dominadora y la
naturaleza de muchas cosas empezó a cambiar. Animales
fieros y peligrosos son domesticados por el homo sapiens, compartiendo
sus vidas y prestándole aquellos un eficiente servicio
como medio de comunicación y de carga. Con el desarrollo
de su inteligencia, el hombre fue perfeccionado sus armas destructivas
y de la simple honda y del arco y la flecha, fabrica rifles y
escopetas de repetición automáticas, que utiliza
para asesinar a mansalva a los animales a tal extremo que hoy,
con dolor tenemos que reconocer que ha eliminado de la faz de
la tierra, a bastante más de la mitad de las especies.
A todo ello, tenemos que agregar, que en la actualidad el peligro
de un exterminio total aumenta por el uso irracional y demente
de plaguicidas, insecticidas, herbicidas y toda clase de gases
tóxicos que a diario usan, amenazando no sólo con
la extinción de la fauna, sino con la vida del hombre.
Realmente, por más esfuerzos que hagamos, no llegamos
a comprender que en los inicios del siglo XXI, donde se ha alcanzado
el desarrollo de una avanzada tecnología y profundizado
el pensamiento, el ser humano no ha podido dominar ese instinto
malvado en contra de indefensos animales, que además de
servirles con fidelidad y amor, también lo alimenta, lo
abriga y le da sentido a la vida con su armonía y belleza.
La actuación del hombre en detrimento de inermes e inocentes
animales, nos señala con claridad, que por más
progreso que aparentemos demostrar, todavía llevamos,
cada uno de nosotros, en lo más intrínsecos de
nuestras mentes, ese impulso primitivo de maldad y destrucción.
Los animales, como seres vivos, gozan y sufren. Son agradecidos
y leales con quienes les dan cariños y comprensión.
(CONTINUA)
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