"Una vecina me salvó la vida cuando empezó el fuego, porque soy inválida y no puedo moverme sola. Creo que fue un milagro lo que me ocurrió", narró la señora Yanneth de Gaiza, una damnificada de Curundú.
Esta madre y sus seis hijos se han quedado a la intemperie, porque su humilde hogar fue consumido por el fuego. Ahora sólo vive de la ayuda de los organismos humanitarios.
"Perdí los uniformes escolares de mis hijos, los útiles, la nevera, el televisor y todos mis bienes", dijo impactada por la magnitud de la tragedia que le tocó vivir.
Sentada en una silla de ruedas, a la que está ligada de por vida, dio gracias a Dios de haber salvado su vida, pese a que más de 10 años de esfuerzos quedaron convertidos en cenizas en minutos.
"El único apoyo que tengo es mi hijo mayor, quien realiza trabajos eventuales cuando puede. Ahora necesito una ayuda para levantar mi hogar, la gente se ha solidarizado y me ha brindado un refugio", anotó.
La señora Gaiza se encuentra temporalmente alojada en casa de una hermana de su Iglesia, pero esta solución sólo es temporal, por lo que solicita a las autoridades una solución permanente.