Estrenó sensaciones. Declamó el soneto a Cristo crucificado, del Siglo de Oro español, de autor anónimo, pero que algunos piensan que escribió Santa Teresa de Jesús.
El actor, promotor cultural y declamador, Miguel Moreno, no era el mismo cuando retornó a Panamá tras su visita a Tierra Santa.
No era el mismo no sólo porque se rapó la cabeza. Había crecido más espiritualmente.
Con su cabeza rapada, si se vistiera como ellos, podría parecer proporciones guardadas, un monje tibetano. Sin lugar a dudas que no lo es, pero, como ellos, ahora su espíritu está de fiesta. Fuertes lazos lo atan a Dios. Lo mira a Él con otros ojos. Y Él devuelve su amorosa mirada a su hijo panameño artista a quien tocó de cerca.
La suya, en Rannana y Haifa "fue una experiencia espiritual inédita. Hundí mi cabeza en una rendija en el Muro de los lamentos y sentí como que algo me subía y me bajaba. Y lo sentí no solamente cuando estaba allí. Fue durante toda mi visita", nos dice, emocionado.
Agrega que "Sentí como una presencia que se me acercaba, se me aproximaba, una entidad, una energía, un movimiento nuevo.. cerebral".
Y, hace la salvedad de que "soy religioso, pero no fanático".
Sin embargo, nos dice que nunca antes había ido a Tierra Santa, pero "yo pocas veces he tenido tanto éxito. Los judíos tienen una percepción especial para la cultura, el arte. Son gente muy receptiva, muy sensitiva".
Está muy agradecido al Presidente de la República, Ministerio de Educación, Instituto Nacional de Cultura, Corte Suprema de Justicia, Consejo General Hebreo, Instituto Panamá-Israel, Embajada de Panamá en Tel Aviv a cargo de la Licda. Adis Urieta y a todos los que hicieron posible el "reality" escénico Una hora con Miguel Moreno, que fue muy aplaudido y bien comentado en los medios de comunicación israelíes, al punto de que la TV hizo el documental "Miguel Moreno en Israel", que pueden ver en www.youtube.com