La escogencia de Patria Portugal como Defensora del Pueblo ha tenido impacto internacional porque se trata la hija de un desaparecido durante la dictadura militar, un hecho por el que poco o nada se ha hecho en el país y que remarca la perspectiva de que en Panamá la impunidad es la regla.
Esta escogencia de la hija de Heliodoro Portugal se da cuando las minorías organizadas se manifestaban y la oposición aprovechaba para tratar de paralizar las acciones del gobierno que dan cumplimiento a sus promesas de campaña.
Lo que hemos escuchado de parte de algunos componentes de la sociedad civil opuestos a la designación de Patria es escalofriante, porque simplemente no les dan ninguna importancia a las violaciones de los derechos humanos en una época tenebrosa de asesinatos y desapariciones.
Portugal conoce mejor que muchos la forma en que el sistema judicial panameño ha estimulado la impunidad, y pocos como ella conocen el comportamiento de aquellos grupos con acceso a los medios de comunicación, especialistas en montar espectáculos.
Fueron precisamente algunos de estos grupos los que desfiguraron la imagen y el perfil de Liborio García, casualmente porque quiso tener independencia y no se prestó para seguirle el juego a quienes han convertido su supuesto interés de defender los intereses del pueblo en una forma de vida.
Quién mejor que Patria tiene la experiencia de lo que significa la lucha por los derechos humanos y la justicia, porque lo vivió en carne propia.
¿Qué otra figura tiene la autoridad moral para dirigirse a las diferentes instancias judiciales y del poder político? Tenemos en ella a una mujer sin miedo, inclaudicable y, sobre todo porque ella fue una de las víctimas de la injusticia de un gobierno dictatorial.