Después del jolgorio pecaminoso y profano del carnaval, la Iglesia Cristiana Católica consagra el Miércoles de Ceniza como día de ayuno, abstinencia y penitencia, dando inicio a la conmemoración religiosa de la Cuaresma.
En esta fecha, los feligreses van a los templos, revestidos de arrepentimiento y resignación cristiana, a recibir la cruz de ceniza que le impone el sacerdote en la frente señalándose que de polvo nos hizo nuestro Dios y en polvo nos convertiremos al morir.
Las Sagradas Escrituras señalan que Jesús, Redentor del Mundo, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días y fue tentado por el diablo, rechazando el Mesías sus diabólicas insinuaciones.
Recordemos lo que manifiesta el Evangelio cristiano: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios".
"Resucitarán, en verdad, los que practicaron el bien para la resurrección de la vida, y los que obraron mal para la resurrección del juicio y para el suplicio eterno".
Armado de esta fe, el hombre paciente y virtuoso se consuela en sus mayores desgracias, y prudente en verdad, sujeta su cuerpo a la ley de Dios para conservarlo puro y digno de la feliz inmortalidad.