¿Ha visto una jauría arrecha en la calle detrás una hembra en celos aullando por querer meterse en la jugada; es decir, estar pegados por su partecita? Si la ha visto, sólo imagine a la gallada de pela'os que saldrán a partir de hoy a buscar a sus guiales con el único interés de treparse y tener relaciones sexuales.
¿Qué piensa usted de esto? ¿Es normal? Dicen algunos "carnavaliólogos" que tiene que permitirse el sexo, pues el carnaval se inventó para eso, para satisfacer las necesidades de la carne y no cabe duda que un buen levante no caería mal, mejor aún si se lleva a la cama.
Los críticos de esta práctica sexual abierta y sin tapujos, para las fiestas que inician desde hoy, señalan que las relaciones sexuales son íntimas y no deben ser públicas para que la gente se goce como si se tratara de ver a unos perros reproduciéndose sin razonamiento.
La gente que piensa en sexo, hombre o mujer, no les interesa lo que digan los demás, por lo menos durante esos cuatro días, pero después que pasa la vaina se arrepienten (algunos) de sus travesuras.
El carnaval despierta el deseo sexual. Las mujeres salen a calentar la fiesta con sus pantaloncitos que marcan sus partes íntimas y parte de sus nalgas (cachetitos). Así se crea el ambiente del relajo y la vaciladera, sin contar que es permitido sobarlas con añil en el "fuas".
Como quiera que sea el despelote, el panameño no debe dar rienda suelta al placer sexual. No hay que ser moralistas, pero todo tiene su lugar y su momento.
Perder la virginidad pudiera ser cualquier otro día del año, preferiblemente en la luna de miel, pero, como estamos viviendo en el siglo XXI, todos conocemos que la juventud anda como alma que lleva el diablo y hace las cosas sin pensar.
Si eres de esos maniáticos sexuales carnavaleros, mejor piénsalo bien. Recuerda que el SIDA existe todavía.