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Trauma a la hora que te despiden

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Gabriela Soto
ConTacto

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Lo primero que debe hacerse, es reconocer que el ser despedido le obliga a cambiar su vida, aunque no se desee.

Si usted es una de las personas que ha perdido su empleo últimamente, lo más probable es que sea más propenso a la ansiedad, depresión, infelicidad e insatisfacción de la vida en general. No se sorprenda si experimenta una disminución en su autoestima, si se da cuenta que pierde los estribos con más facilidad y que mira al futuro con pesimismo. Es que cuando uno pierde su empleo, ello afecta su salud física y mental, sus relaciones con la familia, con los amigos y con los antiguos compañeros de trabajo.

Su compañero o compañera también se ven afectado (a) si se perdió el empleo; aunque en menor grado, él o ella también experimentan un aumento en su hostilidad, depresión y trastornos psicosomáticos, tales como dolores de cabeza, úlceras e hipertensión.

No se extrañe que su salud física se afecte con síntomas tales como trastornos del sueño y del apetito, dolores de cabeza, inquietud en general, y hasta una tendencia a consumir mayor cantidad de bebidas alcohólicas y sedantes.

La pérdida del trabajo puede catalogarse como una de las fuentes de estrés más grandes de la vida en la persona, ya que se encuentra en una situación incierta, potencialmente amenazadora y que definitivamente altera su rutina.

Entonces nos preguntamos, si el desempleo es una amenaza para nuestra salud, la familia y nuestra vida en general, ¿Cómo enfrentar el estrés que ello causa de manera efectiva?

No hay una respuesta definitiva. La forma en que usted enfrente esta situación dependerá de sus percepciones, sus reacciones emocionales y físicas. Pero se ha descubierto que hay tres formas de reacción. En la primera, la persona trata de analizar la situación, ver cuán grave es, y si hay alguna solución real para enfrentarla.

Las personas que han tenido éxito manejando el trauma del despido se valen de ciertas estrategias que le han permitido lograr sobreponerse.

Lo primero que debe hacerse, es reconocer que el ser despedido le obliga a cambiar su vida, aunque no se desee. Muchas veces esta obligación de cambio se convierte en una brusca y súbita necesidad de cambiar de dirección, de cambiar de línea de trabajo, el mudarse a un vecindario más acorde a su nueva situación, o como ha ocurrido recientemente, cambiar a los hijos de escuelas privadas a escuelas públicas.

TESTIMONIO

Treinta y cinco años es la edad de Cristina, ex trabajadora de una institución estatal. Indicó que "cuando la despidieron fue un momento muy frustrante y desastroso, ya que no recibió ninguna bonificación por sus 27 años de servicio".

Además, manifestó que le despidieron porque en la institución donde laboraba se estaban realizando recortes presupuestarios, y contrataron a personal más joven, barato, pero dinámico.

"Aún me encuentro desempleada porque no pertenezco al partido político que está a cargo de este país", dijo.

Cristina buscó otras alternativas para mantener a su familia. Al principio recurrió a los juegos de azar, y un "golpe de suerte" le proporcionó algunas ganancias, pero con el tiempo se dio cuenta que no era manera de superar la situación. Hoy ha superado la depresión y quiere volver a empezar.

QUE HACER

  • Busque un nuevo empleo: Esto requiere agresividad. Si es necesario intente en un campo que no había experimentado antes. .

  • Reedúquese: Pón-gase al día. Adquiera nuevos conocimientos. .

  • Múdese o viaje más lejos: No tema mudarse a otro lugar o a otra provincia. .

  • Involúcrese: No se quede en casa sintiendo lástima por usted mismo. Unase a un club cívico o social. .

  • Busque apoyo: No permita que el pesimismo se apodere de usted. Busque el apoyo y la compañía de familiares y amigos.

 

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