Muchos padres y madres de familia se preguntan en qué universidades se han graduado una serie de personalidades que a diario aparecen en la televisión comentando todo tipo de temas.
Entre ellos se pueden mencionar los que destacan por su valentía, no por encabezar riesgosas luchas, sino por sentirse protegidos, según ellos, con sus manifestaciones o escritos que, en su concepto, son capaces de estremecer a los gobiernos al punto de convertirse en una seria amenaza pública.
Estos son los mitómanos, capaces de desarrollar cualquier tema y presentar la propuesta indicada. Sin embargo, han ocupado cargos públicos o de elección sin que sepamos cuál ha sido su aporte a la nación.
Al profesor Edwin Cabrera le escuché una reflexión en la que decía que en el caso minero, creía que se ilustraría en los debates, pero al parecer se ha quedado con las ganas de aprender porque surgieron otra vez los que hablan y confrontan todo.
En el tema minero o del agua potable, los hemos escuchado opinar con descaro e ignorancia, sin sonrojarse y sin que la audiencia tenga el derecho a recibir más material para reflexión. Se podría hablar de una especie de totalitarismo del pensamiento, porque existe diversidad de medios, pero una sola agenda.
En Panamá, las fuertes críticas que se hacen al presidente Ricardo Martinelli no tienen límites, pero las encuestas demuestran una situación totalmente opuesta.
Nos parece que el error de algunos medios es creer que el informar les da capacidad de convocatoria (ambas cosas distintas), además de olvidar que si bien hay noticias incómodas, la gente al final espera un resultado positivo.
En el país existe una crisis fabricada con intención negativa, propicia para crear un ambiente de desesperanza. Cuando nos toque vivir con gobiernos que comiencen a legislar sobre el papel de los medios, entonces nos daremos cuenta de lo que hemos perdido.