Cualquiera que haya lidiado con niños en edad pre escolar, sabe que en su inocencia y sus ansias de conocer el mundo que los rodea, son capaces de desbaratarlo todo. "Es un terremoto", dicen algunos sobre los niños.
Tumban los arbolitos de Navidad, dañan la ropa nueva que les compramos, rompen ventanas y tiran nuestros zapatos a la taza del inodoro, para jugar al barquito.
Cuando esto sucede, no es mucho lo que podamos hacer. Cuando uno los regaña, nos miran con cara de extrañeza; básicamente no entienden por qué tanta bulla por"esa cosa". Es que realmente no han desarrollado nuestro enfermizo apego por lo material.
A los niños que dañan todo se les perdona, precisamente porque son niños. Pero, ¿que pasa cuando el que daña lo ajeno y luego se hace el loco es un mamuyón?
Quizás usted conozca a una persona que dañe todo cuanto toca. No estamos hablando en el campo personal -porque también hay gente que son campeones en esta categoría- sino el área de lo material.
Hay gente a la que usted no le puede prestar un vehículo, porque al rato retorna con el cuento, que de repente el auto presentó una falla y se le paró en medio de la calle.
Igual sucede con cualquier equipo electrodoméstico, herramientas, libros y cuanta cosa se puede prestar. Hay gente que no cuida las cosas. En pocas palabras son ordinarias y nada dura en sus manos.
Este tipo de personas se ganan luego una fama de destructores, que a la postre nadie quiere prestarle nada. Hey las cosas cuestan mucho dinero y bien pendeja sería una persona confiarle algo de su propiedad a un sujeto que actúa como Trucutú, en los mejores tiempos de los cavernícolas.
En verdad hay que ayudar a las personas, pero eso no significa que uno tiene que aceptar así nomás que otro destruya lo que te ha costado conseguir con el sudor de tu frente y de otras partes del cuerpo también.
Si alguien le presta algún artículo, usted como persona responsable debe brindarle aun mayor cuidado que si fuera suyo y devolver la herramienta o el equipo limpio y en buenas condiciones.
En caso de registrarse algún deterioro de lo prestado, debe notificarlo al dueño y no ocultarlo. Además lo más correcto es que usted asuma el costo de la reparación y no hacerse el loco o el disimulado, porque a usted ni a nadie le gustaría que le devuelvan vuelto leña algo que entregó en perfectas condiciones.