El 5 de febrero de 1989, el dictador de Panamá, Manuel Antonio Noriega, fue acusado formalmente en Estados Unidos de los cargos de Narcotráfico y Lavado de Dinero. Cuando el ejército estadounidense invadió Panamá el 20 de diciembre de ese mismo año, una de las órdenes era ubicar a Noriega y capturarlo para que respondiese ante la justicia norteamericana por esos cargos.