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Jueves 3 de febrero de 2000


EDITORIAL
El Canal... ¡el agua!

El agua es al Canal, lo que la sangre para el cuerpo humano: Esta es la consigna de trabajo de la Oficina de Proyectos de Capacidad de la Autoridad del Canal de Panamá, ACP, encargada de la modernización y expansión de la vía interoceánica. Ellos han logrado un hallazgo macabro: se está acabando el agua (en 1997 el lago Gatún se secó dramáticamente por el fenómeno de El Niño), y aún cuando se consiga el vital líquido para garantizar el paso de barcos, no hay dónde almacenarlo porque los lagos artificiales existentes son insuficientes. La última expansión en el Canal de Panamá, casualmente en materia hidrográfica, se hizo en la década de los años 30, cuando se construyó el lago Alajuela; y esta obra, junto con el Gatún, se están quedando chicos. Sin un adecuado nivel de agua, los barcos no pueden transitar con toda la carga posible, y eso afecta el comercio mundial. Llegará el momento que, sin agua, Panamá perderá atractivo porque perderá su calidad de "Puente del Mundo y Corazón del Universo".

Entonces hay que encontrar agua. Pero ese no es el reto mayor; una vez se localicen las fuentes óptimas para los esclusajes (55 millones de galones se usan cada vez que se ponen en funcionamiento las esclusas, y diariamente lo hacen 37 veces), hay que buscar la forma de llevar el vital líquido desde el origen hasta la Vía.

Pero hay una circunstancia agravante: la Oficina de Proyectos de Capacidad, a cargo del ingeniero Agustín Alberto Arias, señala que el vital líquido del Canal se usa no solamente para el paso de barcos, sino que el 95 por ciento del agua potable que requieren el 1.4 millón de habitantes en Colón, San Miguelito, Panamá, Arraiján y La Chorrera, viene del área canalera. Y las exigencias serán mayores antes del año 2010, cuando el comercio y la industria en las áreas revertidas sea irrefrenable, como ya ha empezado a serlo. Vemos, por lo tanto, dos factores que tienen al Canal entre la espada y la pared: las compañías navieras y los propios panameños, quienes para el año 2050 serán más de 4 millones sólo en las provincias de Panamá y Colón, según los cálculos de la ACP.

De acuerdo a estos datos, se identifican tres elementos: primero, las grandes compañías navieras necesitan saber si Panamá puede afrontar el reto de garantizarles agua para el tránsito de sus barcos, llevando el máximo de carga para la que han sido diseñados. Segundo, el Canal debe propiciar el vital líquido para casi 2 millones de personas que están en sus alrededores, y pronto no tendrá la capacidad. Y, tercero, las áreas revertidas pronto serán polos de desarrollo que requieren de agua para su manutención y crecimiento.

Por eso se ha empezado una búsqueda frenética de agua en todo el territorio nacional. Todos debemos colaborar en este proyecto de Estado, en el que no deben prevalecer los intereses individuales por sobre los colectivos. Si hacemos esto, abonar nuestro respaldo en la causa del agua canalera, estaremos sembrando la semilla de un futuro promisorio.

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