TEMAS DE ACTUALIDAD
Lo personal y lo político: a propósito
del Sr. Presidente de los Estados Unidos
Gladys Miller Ramírez
A todos(as) se nos ha educado
con una interpretación de que nuestros asuntos personales o nuestra
vida, mal llamada "privada", es una cosa y nuestras actuaciones
en la vida política o pública es otra. Esta dicotomía
entre lo personal y lo político nos lleva, consecuentemente, a establecer
códigos de valores distintos. Llegamos incluso a pensar que:
Una persona irresponsable en su vida familiar puede ser un excelente
educador.
Una persona agresora de su familia puede ser un perfecto legislador(a)
Una persona con una conducta sexual desordenada puede ser excelente mandatario
de un país.
Podemos citar otros ejemplos, donde, reiteramos, se demuestra, claramente,
cómo nuestra distorsión de valores nos conduce a concebir
al ser humano con actitudes de doble moral; comportamientos distintos en
la casa, la pareja, la familia y en el conjunto de la sociedad. Los dobles
códigos, las inconsecuencias.
Sin pretender construir personas perfectas o con ciertas contradicciones
que son parte de la propia vida; lo cierto es que hay que tener límites
de tipo ético en nuestro quehacer social. El ser humano es único(a)
y se proyecta en el conjunto de la sociedad de esa manera; por tanto lo
que hace en su vida de pareja, familia, se refleja en el mundo no familiar.
Como señala un mensaje oriental: "Si hay orden en la casa, hay
orden en la Nación".
Asumir responsabilidad de tipo presidencial exige de niveles de madurez
y honestidad para con la pareja, la familia y la sociedad debido a que estamos
mostrando modelos y transmitiendo mensajes de valores o desvalores, no sólo
al pueblo que nos eligió, sino a todo el universo.
Y, precisamente, un aspecto que confirma el anterior señalamiento
es el hecho de que los resultados de las famosas encuestas en los Estados
Unidos que favorecen e incrementan la popularidad del actual Presidente
es un mensaje claro:
Gran parte de la sociedad norteamericana ha internalizado que se puede
ser mentiroso, desenfrenado sexual y continuar siendo "buen" presidente.
Es decir, un desvalor convertido en fama; un uso de poder negativo asumido
como positivo, una manipulación popular entendida como capacidad
de liderazgo.
Al margen de las implicaciones políticas - partidistas que puedan
tener los acontecimientos del escándalo del Sr. Presidente de los
Estados Unidos, lo cierto es que queda claro, hasta para los(as) más
ingenuos(as), que el Sr. Mandatario es el único responsable de una
conducta causante de los hechos conocidos. Como lógica consecuencia
de toda esa historia personal de tipo sexual, no consecuente con la vida
política era imposible que finalizara con menores resultados.
Pensamos que por el honor y la necesidad de mostrar al mundo y a las
nuevas generaciones, que aún quedan actitudes y comportamientos éticos
entre algunas personas, ojalá el Sr. Presidente sea separado de su
cargo. De lo contrario, que la comunidad mundial reflexione sobre la imperiosa
necesidad de no imitar esquemas de convivencia social que exhiban comportamientos
de doble moral.
Igualmente, sabemos que la falta de consecuencia en el accionar personal
y político, es un problema pendiente por resolver en Latinoamérica,
tanto a nivel de dirigentes como del conjunto de la sociedad.

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