Los genes musicales del inmortal Rogelio "Gelo" Córdoba vibran en los dedos de Amable Córdoba, uno de sus hijos. El único que heredó el carácter musical de su padre y que lo acompañó en innumerables presentaciones, mano a mano, tanto con el violín como con el acordeón.
Es probable, estimado lector que hayas escuchado hablar mucho de "Gelo" Córdoba, tanto como cuantas veces hayas oído presentar o bailado "El Mogollón", pero quizás desconoces a uno de los descendientes del "padre de la música típica panameña". El es Amable Córdoba, humilde, sencillo, respetuoso, hombre de buena conversa y trato amable, tanto como lo identifica su nombre.
Muchos le han visto y le conocen, especialmente los moradores de la Tercera y Cuarta Etapa de Ciudad Jardín Las Mañanitas, donde actualmente reside. Si lo ve, salúdelo con respeto y estima. Así rendirá honor a uno de los hijos de uno de los más ilustres y bien recordados hombres que ha tenido Panamá, "Gelo" Córdoba.
En 1934, año en que nació, el violín era el instrumento rey, el amo de todas las celebraciones y festividades, el centro de todos los oídos, eje y motor que hacía saltar todos los resortes de la gozadera popular en aquella época.
"En aquella época era difícil tocar en un baile. Era muy reventa´o. Sin amplificadores ni parlantes y se cantaba a fuerza de pulmón. Se empezaba a las 7.00 u 8.00 de la noche y no se paraba hasta las 7.00 del día siguiente. Se amanecía con los dedos hincha´os", rememora Amable.
Amable Córdoba tiene gratos recuerdos de su progenitor, con quien mantenía muy buena relación familiar. Recuerda a su padre, como un hombre corpulento de unas 300 libras de peso.
"A mi papá le gustaba mucho comer iguana y conejo pintado, tenía muy buen apetito; también le gustaba el trago cuando tocaba, preferiblemente el whisky", nos contó Amable, transportándose hacia el pasado.