LA BUENA SUERTE NUNCA LE HA ABANDONADO
Estrategia de Clinton para escapar
de la destitución
Washington
AFP
El presidente Bill Clinton
cuenta con la proverbial independencia de espíritu de los cien miembros
del Senado, el apoyo de la opinión pública y la suerte -que
en pocas ocasiones le abandonó- para escapar de la destitución
durante el proceso que comenzará en unos días en la Cámara
alta del Congreso estadounidense.
El jefe de la mayoría republicana en el Senado, Trent Lott, ya
se distanció de los miembros de su partido en la Cámara de
Representantes, que votaron como un solo hombre a favor de dos resoluciones
de destitución contra Clinton, una por perjurio y la otra por obstrucción
de la justicia, por su conducta en el caso Lewinsky.
Era la antesala de lo que podría permitir evitar un proceso y
desembocar en una simple reprimenda. Ese plan, tomado de una propuesta elaborada
por el senador demócrata Joseph Liberman y uno de sus colegas republicanos,
Slade Gorton, posibilitaría reducir el procedimiento al mínimo.
Así, acusación y defensa tendrían cuatro días
para presentar su caso sin llamar a comparecer a los principales testigos
del escándalo.
Al término de dichos debates, los senadores votarían para
decidir si los cargos que pesan sobre el presidente constituyen "crímenes
y delitos graves" previstos en la Constitución de Estados Unidos.
Si no llegara a reunirse la mayoría de dos tercios necesaria para
expulsar al presidente de su cargo (67 votos), los senadores pasarían
entonces a votar una moción de censura contra Clinton. Esta opción
resulta la más probable, pues los republicanos cuentan con 55 bancas,
por 45 de los demócratas.
Este plan coincide con las peticiones de la Casa Blanca, que durante
las primeras dos etapas del procedimiento de destitución en la Cámara
de Representantes reprochó a los republicanos que nunca examinaron
con seriedad si las faltas cometidas por Clinton corresponden íntegramente
a los crímenes y delitos estipulados por la Constitución.
Los abogados de la presidencia no dejarán de hacer hincapié
en que las faltas de que Clinton es acusado no se ajustan a dicha categoría.
Sin embargo, ese panorama está lejos de contar con la unanimidad
de los republicanos. Una parte de los moderados parece estar dispuesta a
seguir a Trent Lott, que contaría con el apoyo de los demócratas.
Pero no será fácil convencer a unos veinte conservadores.
Varios de ellos, como los senadores James Imhofe y Fred Thomson, ya manifestaron
públicamente su rechazo a esta propuesta.
En todo caso, las negociaciones se intensificarán el lunes, dos
días antes de que se inicie el 106 periodo de sesiones del Congreso.
La excepcional popularidad de Clinton, de quien dos tercios de los estadounidenses
consideran que su gestión es positiva (por mantener una economía
fuerte), sigue siendo un argumento de peso a favor del presidente, aun cuando
los republicanos de la Cámara Baja no lo tuvieron en cuenta al enviar
dos artículos de destitución al Senado.
No obstante, sabían que les resultaría difícil obtener
en la Cámara alta una mayoría de dos tercios para pronunciar
la destitución presidencial.
Cuando concluyan las vacaciones navideñas, Clinton, que siempre
ha medido minuciosamente sus proyectos por la vara de las encuestas, reactivará
algunas iniciativas de reforma en materia de educación, salud y salvaguardia
de los sistemas de jubilación, sabiendo que deben responder a las
preocupaciones de la gran mayoría.
Pero, para evitar una destitución, también se apoya en
la suerte, que en escasas ocasiones le ha abandonado durante su carrera
política, y que ha sabido cortejar escogiendo bien el momento de
contraatacar a sus adversarios.

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