El 3 de enero de 1990, dos semanas después de iniciarse la invasión del ejército estadounidense en Panamá, el Comandante de las Fuerzas de Defensa de Panamá y gobernante de facto del país, Manuel Antonio Noriega, se entregó a oficiales de la agencia antidrogas de EEUU, (DEA). Noriega había pasado días refugiado en la Embajada del Vaticano en Panamá.