Siendo Panamá uno de los países más chicos de América Latina, tiene una vergüenza muy grande. Aquí mataron a un presidente y nunca se supo quien lo hizo y por qué ocurrió este asesinato. Es más, parece que a los mismos panameños no les importó buscar al asesino del presidente José Antonio Remón Cantera. Creo que el pueblo olfateó que el asunto se debió a intereses de grupos dominantes... alejados del pueblo, por supuesto.
Por muchos años circuló como un chiste cruel esta frase: "¿quién mató a Remón?". Esto señalaba la vergüenza de los panameños ante un asesinato tan horrible.
Remón fue un militar que llegó al poder mediante votos. Logró controlar todo el Estado panameño. Se cuentan por allí algunas formas como el coronel convencía a sus contrarios para que aceptaran puestos diplomáticos... fuera del país y no molestaran.
Tenía todo a su favor para continuar gobernando Panamá. Tal vez esta realidad marcó su muerte. Eso no convenía a otros centros de poder que estaban limitados por su gobierno.
Lo llamaban "el chichi". Era campechano y se le podía ver disfrutando de su deporte favorito: las carreras de caballo.
Precisamente luego de una tarde de carreras lo ametrallaron en el antiguo Hipódromo Juan Franco (ahora Obarrio). Con él murieron otros acompañantes (En enero de 1955).
Luego de su muerte se inició un verdadero relajo judicial. Se encarceló y juzgó primero al supuesto autor intelectual del crimen. Nada menos que el primer vicepresidente de aquella época, el Ingeniero José Ramón Guizado.
No había que ser genio en leyes para saber que esto era absurdo. Pero los intereses gobernantes llevaron a cabo un "sainete" judicial sin ninguna vergüenza.
Rápidamente juzgaron y condenaron al supuesto autor intelectual del crimen de Remón. Le arruinaron la vida al Ing. Guizado.
Uno de los actores principales fue el abogado Rubén O. Miró, quien jugó con la justicia. La prensa panameña llegó a máximos de circulación de periódicos y revistas por los acontecimientos.
La gente recibía tantos mensajes diferentes que al final no sabía a quien creerle. Incluso iban a traer investigadores extranjeros, pero el gobierno lo impidió.
Sin embargo, a un norteamericano de apellido Lipstein lo dejaron salir del país, a pesar de su conducta sospechosa.
El juicio de Miró fue otro espectáculo digno de una película. Al final, tanto fue el enredo... ¡que lo absolvieron!
Entonces tuvieron que liberar al Ing. Guizado... y el crimen del presidente todo poderoso quedó en el olvido. (Yo era joven y no puedo olvidar estos acontecimientos).