No todos los jóvenes saben aceptar las consecuencias de sus actos o asumir responsabilidades.
Pero inculcar disciplina a estas edades no es lo más recomendable, si no se han puesto límites y reglas. Imponer súbitamente castigos no es adecuado, ya que el adolescente se identificará como víctima y mártir.
Ser racional, a la vez que utilizar recursos emocionales, y huir de los sermones y los gritos es más apropiado, plantean los expertos.
Cuando un chico o chica menor de edad es conflictivo, ya que no llega a la hora establecida, carga "piercing" o tatuajes sin autorización o se sospecha que toma drogas, surge un claro problema en el seno de la familia. En estos momentos en los que el adolescente raya en el desafío a la autoridad y tiene una conducta de firme oposición hacia los padres, lo que suele suceder es que el joven se está reivindicando a sí mismo e intenta asimilar como mejor puede los cambios, tanto físicos como psicológicos, propios de su edad. |