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EDITORIAL
Tareas inconclusas
El aniversario número 47 del asesinato sin resolver del presidente José Antonio Remón Cantera, ocurrido el 2 de enero de 1955, trae consigo un cúmulo de ansiedades que nos recuerdan a los panameños que hay mucha tarea que no ha llegado a buen fin.
Así como nunca se supo a ciencia cierta quién mató a Remón, ni por qué, los panameños tenemos a cuestas muchas preguntas que no tienen respuestas. Y no estamos hablando únicamente de asesinatos, sino de serios compromisos económicos, políticos y sociales que vieron la luz con bombos y platillos y han quedado, lastimosamente, estancados en los vericuetos de la burocracia oficial, gracias a la pésima memoria de los gobernados, y el espíritu vil de los gobernantes de todas las especies y épocas.
Los veintiún años de dictadura terminaron con fosas comunes esparcidas por todo el país, llenas todas de activistas de oposición que fueron eliminados. ¿Dónde están? ¿Quién los mató? No hay respuestas.
Nuestro último remezón en torno a política educativa data de la década de los sesenta, pues la reforma que los militares intentaron imponer veinte años después murió en la cuna. Después de eso, nada: Panamá es un país que forma a sus hijos con fórmulas y métodos del siglo pasado, con toda la carga semántica y literal que la frase encierra. Para eso tampoco hay respuestas.
¿Pero qué consecuencias tiene que el país esté en mora en materia educativa? Las peores: el número de desempleados es cada vez más creciente; la clase media agoniza; participación del país en la toma de decisiones de mercado en la región es nula, a pesar de ser Panamá la nación con mayores ventajas comparativas; 23 años después de la firma de los tratados Torrijos-Carter, la reversión nos alcanzó sin preparación ni planes serios; tenemos un agro sin capacidad para competir ni creatividad para luchar. En materia económica, Panamá no tiene respuestas.
No puede ser que Panamá, con tan poca población y tanto recurso virgen, tenga el nivel de pobreza que ostenta, y la pésima educación en sus aulas. Y lo malo es que esta pobreza y analfabetismo funcional engendra desde menores asesinos, hasta madres prostitutas y, por supuesto, estancamiento económico.
Pero el núcleo de tanta miseria está en esa manera apática como todos enfrentamos los problemas nacionales. Tal como ocurrió con Remón, cuyo crimen no pasó de ser un suceso de sangre más en la tormentosa vida política nacional, y se quedó sin respuestas.
Como sin respuestas se han quedado tantas tareas que iniciamos para dejarlas vilmente inconclusas.
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PUNTO CRITICO |
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