VARIEDADES


La oveja negra de la familia

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Redacción
Crítica en Línea

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Es común que los padres con hijos adolescentes vivan un distanciamiento.

"Nadie me comprende", "soy el culpable de todo" o "soy la oveja negra de la familia", son las palabras que muchos jóvenes expresan en esa etapa tan difícil de la adolescencia.

En esos momentos los padres también reflejan su frustración en expresiones como: "Mi hijo está imposible, ya no lo entiendo".

¿Pero nos hemos preguntado por qué los padres son tan propensos a lanzar estos cuestionamientos?

Porque creemos que ahí se termina el tema, lo imposible no tiene solución. Si nuestro hijo es un desobediente, vivirá siendo un desobediente, porque nada se puede hacer con él.

¿Qué sucedería si vemos la situación desde otro enfoque? Podríamos preguntarnos, en cambio: ¿Qué le debe estar pasando a mi hijo?, ¿cómo puedo ayudarlo? Estas preguntas requieren de mucho más esfuerzo, ya que nos exigen ponernos en el lugar del adolescente e intentar acercarnos de alguna manera a él y sus problemas.

Es común que los padres con hijos adolescentes vivan un distanciamiento. Estar juntos, a veces, es una pesadilla, un sinfín de discusiones, diferencias en los puntos de vista, recriminaciones. Cuando no logramos una buena comunicación con nuestros hijos, terminamos diciendo: "está imposible, es la edad".

Es cierto, es la edad. Pero esto no significa que debamos abandonar nuestro rol simplemente porque los hijos no nos necesitan de la misma manera que antes. Ya no es darles de comer en la boca, llevarlos al colegio, ayudarles con la tarea, irlos a buscar a la fiesta de cumpleaños. ¡Pero eso no implica que nos sigan necesitando! Lo hacen, pero de una manera diferente. Ahora precisan del diálogo, de una guía para que aprendan a formar su criterio, necesitan tiempo y comprensión, para digerir los desafíos nuevos que se les presentan, y las más de las veces, necesitan sentirse apoyados y queridos, entre otras cosas.

Los padres debemos comprender que el estado por el cual atraviesan los adolescentes es extremadamente difícil y que las reacciones agresivas que pueden tener no tienen que ver con que nos hayan dejado de querer o que nos hayan comenzado a despreciar.

Debemos tratar de ser fuertes y, en muchos casos, no tomarnos a pecho lo que el chico nos dice, ya que su modo de pensar, sentir y actuar varía de un momento a otro. Y lo que dice o piensa puede cambiar a los cinco minutos. Por eso, cuando surge una discusión, es mejor dejar que se enfríen las cosas, ser tolerantes y postergar la conversación para otro momento.

 

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