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A finales de la década del 50, cuando llegué a La Chorrera procedente de la provincia de Los Santos, todavía se mantenían en pie, las paredes principales de una vieja construcción de piedra y argamasa, con la misma consistencia y aspecto físico de las construcciones de la época colonial, realizadas por el imperio español en el Istmo, durante el período colonial.
A lo largo del tiempo se han esbozado muchas especulaciones sobre el origen y la función que cumplía ese inmueble de características muy especiales, cuyas paredes presentaban altura de aproximadamente seis o siete metros y pequeñas ventanas semicirculares.
Por estar situado en el extremo de una extensa llanura con vista al mar hasta la isla de Taboga, se pensaba que dichas instalaciones eran empleadas como un puesto de vigilancia con fines defensivos de la ciudad de Panamá, la cual albergaba ricos tesoros que despertaban la codicia y peligro de un posible ataque de piratas y corsarios.
Esta vieja construcción a punto de desaparecer hoy, pudo ser un albergue de uso transitorio, pues en su interior ni en sus cercanías se ha podido encontrar utensilios u objetos de uso diario.
Es posible que estuvo vinculada a los movimientos comerciales de la época colonial, probablemente al transporte de productos derivados de caña de azúcar, tales como aguardiente, panela y otras mercancías afines, pues, a varios kilómetros, en la desembocadura del río Perequeté se hallan los restos de un alambique de considerables proporciones.
Cuando la actividad ganadera en el interior del Istmo inició la provisión a la ciudad de Panamá por mar, estos llanos eran empleados como punto de descanso del ganado, que luego era reembarcado hacia la capital, de modo que la vivienda pudo haber jugado su papel de albergue temporal. |
