Contestar como a uno le gustaría que le contestaran, sería la mejor fórmula para atender apropiadamente a quienes intentan comunicarse con nosotros en nuestros centros de trabajo o en nuestros hogares vía telefónica. Si reemplazáramos algunas palabras como: "�Qué quiereee!", por un �"buenas tardes señor (a)!., �en qué podemos ayudarle?", tal vez amargaríamos a menos personas con nuestro trato y multiplicaríamos el efecto de bondad al contestar el teléfono.
En servicio al cliente, la premisa número uno es la que mencionamos al inicio de este escrito y que se traduce en cierta forma como si nos atendiéramos a nosotros mismos. El ejemplo bíblico de esto es reemplazar el verbo tratar (de trato) por amar (de amor). Dios nos pidió que nos amáramos los unos a los otros. Y si realmente aplicáramos este mandamiento, �qué diferente sería no?
Dejemos siempre una buena impresión a la persona que llama. Siempre contestemos con una sonrisa, aunque él o ella no puedan verla, pero de seguro que la sentirán. Ahora es tiempo de cambiar de actitud. Digámosle a nuestro interlocutor: "�Es un placer atenderle, en qué podemos ayudarle?". |