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Sólo la presencia del genio de la lámpara podría aclarar el misterio de una casa en cuyo interior aparece dinero en la refrigeradora, debajo de la mesa, sobre el cielorraso y entre las matas del jardín. Siempre había plata por todos lados, por lo que decidimos tomar un poco, dijeron los sirvientes de aquel singular aposento que ahora es motivo de atención. Me han robado, exclamó la dueña del inmueble cuando descubrió que dos de sus sirvientes habían sustraído varios miles de balboas.
Quizás este "robo", uno más de tantos que ocurren a diario en nuestra desprotegida ciudad, habría pasado inadvertido, a no ser porque la dueña de la casa labora en los altos estamentos del Estado, y el "morbo" de la gente dado a conjeturas cuando no se aclaran las cosas a tiempo, se regó como pólvora.
Asediada por la curiosidad del público, la desconsolada dama no atina a dar una respuesta convincente sobre la procedencia de los miles de dólares americanos que furtivamente extrajeron de su casa. Y es más, asegura que los periodistas son unos malpensados, a quienes les gusta dañar la reputación de las personas honradas.
En el oscuro laberinto en que se ha convertido la justicia en Panamá será difícil encontrar una respuesta a las interrogantes surgidas de este caso, mientras la credibilidad irá erosionándose a medida que pasa el tiempo. |
