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GENTE DEL FOLCLORE
"Cholitos, a mucha honra": Jóvenes defensores de la tradición

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Ariosto Velásquez
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Para Julio y Madeline, dos valores jóvenes que han tomado en serio la tradición

Julio recuerda como junto a sus tíos que viven allá en el pueblo de Vallerriquito y el valle de Tonosí aprendió a tocar el tambor y lo hizo tan bien que hoy posee el título más importante al que un artista panameño del tambor puede aspirar, el concurso Gumercindo Diaz, que cada año se celebra en el festival nacional de la Mejorana y que Julio Barrios alcanzó el año pasado.

Desde muy chico nos cuenta que tuvo la agilidad de tocar el instrumento y aunque nació en la capital y ha vivido en La Chorrera desde su nacimiento cada nuevo verano se iba a visitar a sus familiares en la provincia de Los Santos.

Pero el de la mejorana no es el único título que ha ganado este joven de 30 años, pues se ha hecho acreedor de premios a nivel nacional en eventos feriales como la feria de Azuero, Tanara, y la celebración del 15 de agosto en Panamá la Vieja.

Posteriormente incursionó en el mundo de los conjuntos folclóricos típicos en los que puso en práctica todo lo que había aprendido acerca de tocar un buen tambor y hoy es reconocido a nivel nacional por su calidad al momento de hacerlos cantar.

Conjuntos institucionales, privados y escolares, forman parte del listado con los que Julio ha trabajado y con los que ha tenido la oportunidad de viajar a muchos destinos y esto lo confirma al confesarnos por ejemplo que son pocos los países centroamericanos que no conoce.

Recientemente participó junto a su pequeño hijo en el concurso "Hijo de tigre nacer raya'o", organizado por el programa Aires de Mi Tierra en el que resultaron vencedores, pues resulta que el pequeño sucesor también se entiende perfectamente con los tambores.

Antes de incursionar en el mundo de los conjuntos folclóricos, tocó tumbas y timbales en conjuntos de música popular y recientemente logró el primer lugar el certamen para tamboreros "Rey Henríquez" de la Feria Nacional de Artesanías.

MADELEINE PINO, UNA VOZ PRIVILEGIADA

Madealine canta tambor desde los 3 años, pues de acuerdo a su madre, ella inició con los bailes folclóricos a esa edad;

Madeleine nació y ha vivido toda su vida en la ciudad capital. De madre santeña y padre santiagueño, esta jovencita posee una de las voces más prometedoras del canto del tamborito en toda la República.

Con 16 años es estudiante del colegio Comercial Panamá, al que ha representado en competencias de carácter folclórico, especialmente en la semana Zárate en el que ha interpretado tamboritos y mejorana, logrando posiciones importantes.

Al ser cuestionada sobre el porqué de su apego al canto del tamborito, respondió que es algo que desde siempre le ha gustado y la tonada que con más agrado interpreta es "Adios florecita blanca" que según ella es por su letra.

Un hecho curioso y que nos menciona la joven es que cuando sus compañeros de colegio le preguntan si ella canta tamborito, ella responde que no, que quien canta es una prima muy parecida a ella y la razón es simple, pues en muchas ocasiones fue objeto de burla por parte de sus compañeros, que ven su talento como cosas de "cholitos" y que le causaron grandes molestias, según nos cuenta su madre.

Este año Maedeline se hizo acreedora del primer lugar en el concurso "Lucy Jaén", celebrado en el marco de la Feria Nacional de Artesanías, logrando un peldaño en su carrera.

"CHOLITOS", PERO A MUCHA HONRA

Para Julio y Madeline, dos valores jóvenes que han tomado en serio la tradición, es triste ver el poco apoyo que hay en actividades que incentiven a los demás jóvenes a querer las "cosas del folclore".

Según Julio, hacen falta más intenciones, sobre todo en las escuelas primarias, para que los niños aprendan el toque del tambor, pero no existe la coyuntura y en ocasiones él ha regalado su tiempo a la enseñanza de lo que aprendió de su familia, pero en nuestro país del folclore no se puede vivir y su trabajo es tocar el tambor para agrupaciones folclóricas a lo que él llama "camarones" que es en realidad una labor que va mucho más allá de un mero trabajo remunerado y que lleva inserto en el valor de una expresión que con los años ha pasado a ser de su herencia familiar a legado cultural de todos los panameños y que amenaza con perderse si no le enseñamos al resto de los jóvenes, que cantar un tamborito y tocar un tambor, es parte de todo eso que llamamos Panamá y que es bendito aquel que pueda hacerlo por que con orgullo pueden ellos decir "Cholito, pero a mucha honra".

 

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