Sábado 27 de marzo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Salvajismo civilizado e incivilizado

Hermano Pablo

Fue un ataque cinematográfico, como cuando Hollywood emplea sus mejores recursos fílmicos. Un pequeño grupo de guerreros parakanas, de las densas selvas del Amazonas, atacó un poblado de indígenas arawete.

Los parakanas llevaban arcos y flechas envenenadas con curare, y lanzas hechas con fuertes cañas de bambú. Los arawete respondieron con armas de fuego. En la refriega murió un arawete y quedaron heridos tres parakanas.

Hubo otra escena de película también, aunque al estilo de Alfred Hitchcok o de Ingmar Bergman. Pero ésta era verídica, dramáticamente verídica. Una joven de dieciséis años escapó de una mansión en Duesseldorf, Alemania, atando sábanas como cuerdas y descolgándose por una ventana. Había permanecido secuestrada dieciséis meses en manos de los dueños, una pareja multimillonaria. En ese lapso de tiempo la habían violado repetidas veces.

De estas dos noticias, ¿cuál será la más salvaje? ¿Cuál de las dos revela un salvajismo humano más pronunciado, más evidente? Los indios parakanas vivían en estado salvaje. Defendían su territorio con lanzas y flechas. Hasta la fecha el gobierno brasileño no había podido civilizarlos.

Dieter y Helma Eckerdt eran un matrimonio de millonarios. Los dos habían cursado estudios universitarios. Pertenecían a la alta sociedad. Paseaban por toda Europa visitando museos y bibliotecas, codeándose con la clase intelectual del viejo mundo. Pero tuvieron secuestrada a una chica durante dieciséis meses, y abusaron de ella en todos los sentidos.

¿Quiénes fueron más salvajes: los parakanas o los Eckerdt? Quizá todos por igual, pero hay que reconocer que los indígenas nunca disfrutaron de las luces de la refinada civilización europea.

Jesucristo dijo que cuanta más luz intelectual, religiosa y moral recibimos, más responsables somos ante Dios. Si en contra de toda la luz civilizada que poseían, Dieter y Helma Eckerdt procedieron de un modo tan salvaje contra una pobre e inocente niña, entonces son ellos los más salvajes.

Pero el salvajismo radica en el fondo del corazón de todo el mundo. &laqno;Hay más violencia acumulada en el corazón y en la mente de un ejecutivo moderno que en el de un caníbal de la Nueva Guinea», concluyó un sociólogo moderno.

Lo cierto es que sólo Cristo quita el salvajismo del corazón.

 

 

 

 

 

CULTURA
El amor y el dinero fueron los ganadores del Oscar

 

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