FRAY JUAN DE

QUEVEDO


Se desconoce donde y cuándo nació, pero se sabe que falleció en Barcelona en 1519. Franciscano de origen montañés, fue el primer Obispo del Nuevo Mundo. Llegó al Darién como Obispo de Santa María la Antigua, con la expedición de Pedrarias, a mediados de 1514. Durante los tres años que permaneció en el Nuevo Mundo intentó por todos los medios de reconciliar a Pedrarias con Balboa y se transformó en el defensor de éste. Incluso llegó a casar a Balboa con la hija de Pedrarias con el fin de traer la paz al Darién.

Portada de la General y Natural Historia de las Indias de Gonzalo Fernández de Oviedo. (Ciencia y Técnica entre Viejo y Nuevo Mundo. siglos XV-XVIII).

Defensor de la servidumbre indígena, a su regreso a España, mantuvo una polémica con fray Bartolomé de Las Casas. Pese a sus puntos de vistaantagónicas en este campo, donde sí coincidieron ambos religiosos fue en condenar los desmanes de los españoles en las Indias.

Instrucciones dadas por Fray Juan de Quevedo, Obispo del Darién al Maestrescuela Toribio Cintado, de lo que debía informar al rey sobre lo que ocurría en Castilla del Oro (1515)

Diréis como llegamos aquí toda la Armada sanos y salvos a veinte y siete días del mes de Junio de1514, y como Vasco Núñez con el regimiento nos recibió y nos aposentó con muy buena gracia, y dio de comer al Gobernador y a mí y a otros muchos largamente (...)

Diréis a su Alteza como hallamos este pueblo bien aderezado más de doscientos bohíos hechos, la gente alegre y contenta, cada fiesta jugaban cañas y todos estaban puestos en regocijo; tenían muy bien sembrada la tierra de maíz y de yuca, puercos hartos, para comer al presente, y ordenado de descubrir la tierra porque tenía mucha disposición para ello, los Caciques de alrededor, así como Careta y Chauca enviaron sus mensajeros a reconocer al Gobernador que había venido y ofreciéronse para servirlo y trajéronle presentes de los que ellos suelen hacer, que son pescado y puerco montes y pavas vivas; podía ir un Cristiano y de cinco hasta diez y de diez hasta uno por todos estos caciques desde esta costa hasta la otra al poniente, tan seguros como si fueran quince, cada Cacique les daba de comer y los guiaba, de manera que andaban entre ellos como entre sus amigos.

Diréis que ahora el pueblo está todo perdido, todos tristes y las haciendas del campo destruidas, porque de la gran necesidad de la gente, que se caen muertos de hambre por las calles, lo destruye todo: la residencia de Vasco Núñez ha movido tantos pleitos entre ellos, que vistos los moradores del pueblo que aquí estaban y el número de los pleitos que se han movido, me ha dicho el Alcalde mayor que si se repartiesen por cabezas cabría a cada un hombre más de cuarenta pleitos, y como los derechos de acá se llevan al cinco tanto, todo ese oro que había en el pueblo se les ha ido en pagar Escribanos y Justicia.
Con ocasión de la mejoría que Su Alteza mandó hacer a los que vinieron con Nicuesa y Ojeda y Enciso se ha acabado de desolar la tierra porque quitan las casas de los unos para dar a los otros, y en esta tierra han tomado por costumbre edificar sus casas los que no tienen propios solares en solares ajenos, y es el suelo de uno y la casa del otro, y en este mejoramiento al que quiere mejorar le dan un solar (...), como en el original y hácenle que paguen la casa que es del otro, y hácese que lo que va por honra se torne tributo.

Diréis que están todos desaposentados y levantados con mucha gana de volverse a la Española o a Castilla, y justo con esto diréis como entre los indios han de andar ya como entre los moros de Granada, que por el mal trato que les han hecho donde quiera que ven los cristianos a mal recaudo los matan, lo que antes no osaban pensar. (...)

Diréis a su Alteza como los amigos y enemigos de Vasco Núñez dicen que si él hubiera entendido en descubrir la tierra que ya supiéramos y tuviéramos las nuevas que esperábamos del Dabaibe (..) Diréis a Su Alteza que el Gobernador tiene muy gran sospecha que porque el Alcalde Mayor no ha prendido a Vasco Núñez, que ha recibido de él, el Alcalde alguna cantidad de oro, y esto es una gran burla antes fuera de la prisión, la cual no se hizo dice el Alcalde porque no era justicia,en todo lo cual le ha hecho muchos agravios en hacerle pagar cosas que parecen muy injustas, así como de naborias que había quitado a unos para dar a otros como hombre que teníacargo de la gobernación, mandáselas volver a quien se las tomó con los intereses, que es por cada días que estuvo la naboria dada a otro medio peso de oro y había algunas que había más de un año que eran dadas y otras menos , y en tal manera que cuando aquí venimos valía la hacienda de Vasco Núñez nueve mil o diez mil castellanos y ahora no tiene un pan que comer: el Gobernador tomóle la casa y dióle por ella poco más de lo que le rentaban las tiendas que hay en ella: las tierras se las han tomado para Su Alteza los dineros se los han hecho pagar a los que se los pedían: queda como el más pobre hombre de la tierra, y no sería nada todo para él si le dejasen entender en lo que él sabe mejor que todos que podrían servir al Rey, y finge el Gobernador que no se fiará de él, siendo manifiesto que aunque quisiese ser el mayor traidor que en el mundo nació no hay en que lo pueda ser, porque no es la tierra de disposición, para que hombre que mal haga, se pueda favorecer ni esconder en ella, cuanto más que se yo, y así lo digo a Su Alteza que lo juro por la Santa Consagración que recibí, que a lo que yo creo ninguno de los que acá están tiene más entera voluntad al servicio de Su Alteza, ni con mejor arte ni maña haría todo el bien que acá es posible, en tanto que creo que con cuan escandalizada está la tierra si él volviese a entender entre los Caciques e indios él los volvería a sosegar y pacificar, mas el Gobernador está tan fuera de este propósito que viendo conocidamente como está la tierra perdida de las maneras que he dicho, no entiende más en el remedio de ella que sino estuviese acá: ocúpase en labrar bohíos y en comprar casillas y en hacer renta todo de miseria, y en limpiar las calles y en adobar los caminos (...)


 

 

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