DIEGO GUTIERREZ
LLEGA A SU GOBERNACION
Y con esa decisión empezó a organizarse;
compró maíz, sal, cerdos, miel, gallinas y otras
cosas; y con sesenta españoles en dos bergantines partió
de Granada, y pasando por el desaguadero por el que había
venido, al poco llegó a la costa. A cincuenta millas a
longo de costa, hacia levante, por el río Suere, entró
en su gobernación, y a seis millas de la costa, a la orilla
de dicho río, encontró unas casas deshabitadas
en las que, tras desembarcar, se acomodó lo mejor que
pudo. Luego vinieron unos caciques a visitarlo, regalándole
unos setencientos ducados en oro de baja ley, que el gobernador
aceptó con muchas muestras de agradecimiento. Y aunque
ni de una parte ni de la otra entendían palabra alguna,por
señas les dio a entender que habían venido a enseñarles
el camino de la salvación de sus almas, y les regaló
a cada uno un rosario de cuentas de vidrio, cascabeles, campanillas
y otras cosas.Luego les preguntó dónde conseguían
el oro, a lo que les respondieron que se lo traían de
sitios muy lejanos, sacado de unos ríos que bajaban de
unas altísimas montañas. Tras esto se marcharon
y regresaron a sus casas, enviando de tanto en tanto a algunos
de sus vasallos con pescado, fruta, y carne de puerco curada
al fuego.
Al haber pasado ya muchos días,
y como al ser invierno no se podía seguir adelante, el
gobernador, viendo que las provisiones que había traído
de Nicaragua se estaban agotando, empezó a pedir a los
caciques que le suministraran maíz durante algunos días,
porque tenía intención de ponerse pronto en camino.
Pero aunque era precisamente esto lo que ellos estaban deseando,
como pensaban que si los cristianos no tenían qué
comer se irían de sus tierras, aunque fingían amistad
hacia el gobernador, le daban poca cosa. Los soldados, viendo
que no tenían con qué vivir como necesitaban y
que llevaban una vida mísera, puestos todos de acuerdo,
huyeron una noche. Por tierra, siguiendo la costa, llegaron hasta
el desaguadero, y a los dos días se embarcaron en unas
fragatas que venían de Nombre de Dios, y regresaron a
Nicaragua.
El gobernador, al ver que los
soldados habían huido y que no quedaban con él
más que un sobrino suyo, cuatro sirvientes y un marinero,
hizo un hoyo en la tierra y escondió dentro unas vasijas
llenas de sal y miel, y en una fragata se embarcó y se
fue a la costa, con intención de marchar a Nicaragua.
Cuando estaba a punto de salir del puerto, entró el capitán
Barrientos con un bergantín cargado de soldados y municiones,
quien venía de Nicaragua en auxilio y ayuda suya. Con
estos refuerzos el gobernador se quedó y mandó
el bergantín a Nombre de Dios, nombrando capitán
a su sobrino Alonso de Pisa , a quien entregó lo que los
caciques le habían regalado, encargándole que trajese
la mayor cantidad posible de hombres. Al llegar a Nombre de Dios,
empezó a difundirse la fama de una tierra tan rica, y
consiguió enrolar a veintisiete soldados. |