DECADAS

DEL NUEVO MUNDO


DECADA TERCERA: LIBRO I
Capítulo III (Sic: IV)
Vasco en el mar Pacífico-Peligra en sus canoas- El cacique Tumaco resiste,se torna amigo y regala perlas.

(...) regresaron a la costa de Chiapes (...). Allí (...)se propuso explorar el inmenso golfo vecino, el cual dicen que desde lo último que entra en tierra hasta las regiones que se prolongan a las entradas del mar, tiene sesenta millas. Puso el nombre de San Miguel a esta ensenada, que dicen tiene muchas islas habitadas y rocas peladas.

Tomó, pues, de la marina de Chiapes las mismas nueve culchas con que había cruzado el río y se embarcó con los ochenta compañeros sin novedad, disuadiéndole de ello Chiapes y rogándole que de modo ninguno se atreviera a aventurarse en el golfo durante aquel tiempo. Le expuso que en tres meses del año es tan proceloso que de modo ninguno se puede navegar por él, y que su misma vista muchas culchas fueron devoradas por furiosos torbellinos. Pero Vasco , que no se avenía con el ocio, decía que en tal negocio le asistiría Dios y todos los Santos; que era asunto tocante a Dios, en el cual la religión cristiana se extenderá y se sacarán tesoros con los cuales se puedan hacer guerras contra los enemigos de la fe.(...)

Tan pronto como lanzaron las culchas de la costa a alta mar se vieron embestidos de tal lucha de olas, que no sabían a dónde dirigirse ni dónde parar. Mirándose unos a otros, cada uno veía a sus compañeros medrosos y atemorizados; pero especialmente Chiapes y los suyos conocedores de aquel mar proceloso, se sentían abatidos; como que habían visto en las cercanías muchos peligros de éstos y naufragios. Salieron, por fin, y amarradas las culchas , se refugiaron en una isla próxima. Mientras allí pasaban la noche sobrevino el flujo del mar, y casi cubrió toda la isla. (...)

Cuando , pues, la playa quedó en seco por el reflujo, volvieron atónitos a las culchas, las encontraron todas enronadas y llenas de arena, algunas estropeadas y agrietadas, aunque eran de un solo madero y medio perdidas por haberse roto las amarrras. (...) Regresaron, pues, semejantes a los náufragos y casi muertos de hambre, porque la tempestad no les había dejado nada absolutamente que comer.
(...) Rehecho, algún tanto (...)se dirigió a otro lado del golfo; a cuyo cacique llaman Tumaco con el nombre de la región. Este salió armado como los demás y se luchó con él como con los restantes; fue vencido y puesto en fuga los que resistían fueron muertos, y los demás perdonados,pues se llevaba la mira de aplacar las naciones y tratarlas amigablemente.

(...) Tumaco (...) enviando a sus familiares, mandó traer seiscientos catorce pesos de oro y doscientas cuarenta perlas principales, y mayor abundancia de pequeñas. Los nuestros admiraban las perlas, aunque no estaban blancas como debían, porque no las sacan de las conchas, sino asándolas primero para que más fácilmente se abran ellas mismas, y la carne que hay dentro resulte más sabrosa; pues su carne es plato y manjar de reyes y la estiman más que las propias perlas.


 

 

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