FUNDACION DE LA ANTIGUA

DEL DARIEN

Cuando hubieron pasado los cincuenta días, dentro de los cuales debía de volver Ojeda con nueva gente y comida, según prometiera, se embarcó Francisco Pizarro y los setenta españoles que había, en dos bergantines que tenían, pues la grandísima hambre y enfermedades los obligó a dejar aquella tierra comenzada a poblar. Les sobrevino navegando una tormenta, y uno de ellos se anegó (...) Francisco Pizarro fue con su bergantín a la isla Fuerte, donde no le permitieron salir a tierra los isleños caribes.Echó hacia Cartagena para tomar agua, pues se morían de sed y tropezó cerca de Cochibocoa con el bachiller Enciso, que traía un bergantín y una nao cargada de gente y provisiones a Ojeda y le contó todo el suceso y partida del Gobernador.Enciso no lo creía sospechando que huía por algún robo o delito;sin embargo, cuando oyó sus juramentos, vio su desnudez, su color de ictericiados con la ruin vida o aires de aquella tierra, le creyó.Los sintió, y les mandó volver con él allá.Pizarro y sus treinta y cinco compañeros le daban dos mil onzas de oro que traían, para que los dejase ir a Santo Domingo o a Nicuesa, y no los llevase a Urabá, tierra de muerte, pero él solo quería llevárselos.En Camairi tomó tierra para coger agua y adobar la barca. Sacó hasta cien hombres, porque sabía que eran caribes los de allí.Mas como los indios comprendieron que no era Nicuesa ni Ojeda le dieron pan, peces, vino de maíz y frutas, y le dejaron estar y hacer cuanto hubo menester, de lo que Pizarro se maravilló. Al entrar en Urabá tropezó la nave ( ...) se ahogaron las yeguas y puercos, se perdió casi toda la ropa y provisiones que llevaba, demasiado hicieron con salvarse los hombres.Entonces creyó de veras Enciso los desastres de Ojeda y temieron todos de morir de hambre o hierba.No tenían armas convenientes para pelear contra flechas, ni navíos para irse. Comían hierba, fruta, palmitos y dátiles, y algún jabalí que cazaban.Es una especie de puerco sin cola y las patas traseras no hendidas y con uña.Enciso, queriendo mejor ser muerto de hombres, que de hambre, entró con cien compañeros tierra adentro a buscar gente y comida. Se encontró con tres flecheros, que esperaron sin miedo, descargaron sus carcajes, hirieron a algunos cristianos y fueron a llamar a otros muchos que, así que llegaron, presentaron batalla, diciendo mil injurias a los nuestros.Enciso y sus cien compañeros se volvieron, maldiciendo la tierra que tan mortal hierba producía, y les dejaron algunos españoles muertos para comer.Acordaron de mudar hito por mudar de ventura. Informáronse por unos cautivos qué tierra era la de más allá de aquel golfo, y cómo les dijeron que buena y abundante de ríos y labranza se pasaron allá, y comenzaron a edificar un lugar que nombró Enciso Villa de la Guardia, pues los había de guardar de los caribes.Los indios comarcanos se estuvieron quietos al principio, mirando aquella nueva gente; mas como vieron edificar sin licencia en su propia tierra se enojaron; y entonces Cemaco, señor de allí, sacó de su pueblo el oro, ropa y cosas que valían algo, las metió en un cañaveral espeso, se puso con cerca de quinientos hombres bien armados a su manera en un cerrillo, y desde allí amenazaba a los extranjeros, encarando las flechas y diciendo que no consentiría advenedizos en su tierra o los mataría. Enciso ordenó sus cien españoles, les tomó juramento de que no irían, prometió enviar alguna plata y oro a la Antigua de Sevilla, si alcanzaba la victoria, y hacer un templo a Nuestra Señora de la casa del cacique y llamar al pueblo Santa María la Antigua.Hizo oración con todos de rodillas, arremetieron a los enemigos, pelearon como hombres que bien lo necesitaban y vencieron.Cemaco y los suyos huyeron bastante tierra adentro, no pudiendo sufrir los golpes y heridas de las espadas españolas.Entraron los nuestros en el lugar, y mataron el hambre con mucho pan, vino y frutas que había.Cogieron algunos hombres en cueros y mujeres vestidas de la cintura a los pies.(...) Muchas gracias dieron a Cristo y a su gloriosa Madre, Enciso y sus compañeros, por la victoria, y por haber hallado rica y buena tierra.

Portada del libro de las Leyes Nuevas de 1542 que abolían las encomiendas indígenas
( JuanC. Muñoz).

Enviaron por los ochenta españoles de Urabá, los cuales dejando aquella punta de tan mala suerte para los españoles, se fueron a ser vecinos en el Darién, que nombraron Antigua, el año 9. Enciso era a la vez capitán y alcalde mayor, conforme a la cédula del Rey que para serlo tenía, de lo cual murmuraban algunos, agraviados de que los capitanease un letrado; y por eso, o por alguna otra pasioncilla, le contradijo Vasco Núñez de Balboa negando la provisión real, y alegando que ya ellos no eran de Ojeda. Sobornó a muchos atrevidos como él, y le prohibió la jurisdicción y capitanía.

Así se dividieron aquellos pocos españoles de la Antigua del Darién en dos parcialidades: Balboa bandeaba la una y Enciso la otra.


 

 

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