as elecciones de 1999 pusieron de manifiesto la insatisfacción popular, así como el esfuerzo realizado por la oposición, sobre todo por los partidos mayoritarios, como el Partido Arnulfista y el Molirena, por alcanzar un acuerdo duradero que les permitiera presentar un candidato único. De esta manera, Mireya Moscoso encabezó la nómina de una coalición de Partidos denominada Unión por Panamá entre los que estaban, además del Molirena y del Arnulfista, Morena y Cambio Democrático.Por su parte, el PRD postuló a Martín Torrijos, hijo del General Omar Torrijos, para lo cual este colectivo mantuvo algunas de las alianzas políticas de 1994, sobre todo con Solidaridad y el Liberal Auténtico, a los que se unió en último momento el agonizante Papa Egoró de Rubén Blades.
Una tercera fuerza fue la que impulsó la Democracia Cristiana en la figura del banquero disidente del arnulfismo Alberto Vallarino. Esta candidatura provocó la escisión del ya menguado partido, cuando un grupo de copartidarios decidió no apoyar a Vallarino y pasarse a las filas del arnulfismo.
En líneas generales, fue una campaña deslucida por la falta de debates políticos que permitieran medir fuerzas y capacidades entre los contendientes. Las concentraciones realizadas por los tres candidatos, tampoco sirvieron para aquilatar fuerzas, pues en todas la afluencia de público fue masiva. Por su parte, las encuestas de opinión no reflejaron sino hasta la última semana que Moscoso se alzaría con el triunfo, como en efecto ocurrió.
Gracias a un programa populista y a su férrea decisión de ganar al electorado del interior del país y a los desposeidos, para quienes siempre representó la única opción real de cambio, la candidata arnulfista se alzó con la mayoría de los votos.
Pese al temor de la oposición, el gobierno de Pérez Balladares, al igual que su antecesor, respetó a rajatabla el resultado electoral, imponiendo una nueva modalidad en los torneos panameños que ya había iniciado la administración de Endara. Moscoso le ganó a Torrijos por más de cien mil votos e inauguró su gobierno el 1 de septiembre. Era la primera vez que una mujer alcanzaba la primera magistratura del país.
Las primeras acciones del gobierno han puesto de manifiesto el compromiso populista y la decisión de la mandataria de rever las políticas de su antecesor. Asimismo, una nueva modalidad impuesta por Moscoso es la del contacto directo con el pueblo. En los primeros días de su gestión la mandataria apareció reiteradamente barriendo las calles, aseando la ciudad o pintando escuelas en el interior del país, mezclada con el pueblo al que le prometió gobernar para su bienestar.
El reto que tiene por delante es enorme en un país cuyos índices de pobreza alcanzan casi el 50 % de la población y que ostenta el segundo lugar del continente en peor distribución de la riqueza. Con grandes sectores de la población sumidos en la miseria, la ignorancia y el abandono Moscoso se enfrenta a una ciclópea tarea. Por otra parte, la entrega del Canal a Panamá por los Estados Unidos, no significa tan sólo una fecha para festejar la recuperación de la soberanía sobre todo el territorio nacional, sino y sobre todo la posibilidad de que Panamá demuestre su capacidad para administrar la vía interoceánica sin la tutela de los Estados Unidos. Sin olvidar, claro está, el uso de las áreas revertidas de la ex Zona del Canal que constituyen uno de los activos más importantes de la República. Es indudable, que el gobierno tendrá que demostrar un alto grado de eficiencia y honestidad frente a estos desafíos que comprometen el futuro de la patria y su reputación a nivel internacional.